La educación inclusiva es un factor de integración humana.

 

Entre el 7 y el 10 de junio de 1994, en Salamanca, España, representantes de gobiernos y organizaciones internacionales se reunieron en una conferencia organizada por el Gobierno de España y la UNESCO. El motivo era para discutir problemáticas y objetivos en torno a la educación inclusiva, su alcance, significado, horizontes y prioridades. La Conferencia elaboró la denominada "Declaración de Salamanca de Principios y Prácticas para las Necesidades Educativas Especiales".

 

Se trata de un documento que reconoce "(…) la necesidad y urgencia de impartir enseñanza a todos los niños, jóvenes y adultos dentro del sistema común de educación (…)". La Declaración recoge algunos principios reconocidos y compromisos asumidos en la "Conferencia Mundial sobre Educación para Todos" (Tailandia, 1990) y la Cumbre Mundial a favor de la Infancia (Nueva York, 1990). Además, la Declaración insta a los Estados a que diseñen políticas y planifiquen programas de estudio para que las carreras de enseñanza de todos los niveles otorguen prioridad al espíritu de inclusión e integración propuesto. Así, todos los niveles de educación que un Estado imparte deberían ajustarse a los principios de integración, según el cual debe incluirse a personas con discapacidad a los sistemas de educación común.

 

De esta forma, las diferencias que puedan presentar los alumnos en su aspecto individual respecto de sus características, capacidades y necesidades de aprendizaje que le son propios, no serían motivo de relejamiento y quedarían integrados a un sistema de educación común que a su vez brinde atenciones diferenciadas y personalizadas. Para muchos educadores y estudiosos interesados en el tema de la educación inclusiva, la Declaración de Salamanca marcó un hito en torno a una forma específica de organización, conceptualización y gestión escolar. Sobre todo permitió la constitución de un campo de visibilidad, donde los estudiantes en general, sin importar su condición o situación orgánica, cultural, étnica, género, etc. pudieran beneficiarse de una escuela para "todos". Lugar en donde al mismo tiempo de aprender contenidos escolares, participaran, desde la colectividad, como miembros activos de una comunidad, siendo reconocidos por su valor y contribución a la misma.

La Declaración de Salamanca marcó un hito en torno a una forma específica de organización, conceptualización y gestión escolar.

Entendemos entonces, que tanto la Declaración de Salamanca como sus antecedentes, forman parte de una iniciativa que persigue, en términos generales, socavar la discriminación que las sociedades han consumado hacia las personas con discapacidad. Con una propuesta y Programa de Acción incluidos en el mismo documento, la Declaración entiende que los centros escolares y los niveles iniciales son las instancias adecuadas para corregir actitudes discriminatorias que deterioran la idea de una sociedad integrada por personas con diferentes necesidades e intereses. Estima que, a su vez, puedan convivir en un ambiente de mutuo respeto y aprendizaje. De esta forma, la educación no quedaría anclada en el mero acumulamiento de contenidos, sino que atendería a aspectos humanos -y humanizantes-, con el propósito de generar otras lógicas de relaciones sociales e intersubjetivas. 

Esta fecha llama a todas las escuelas y sectores de la sociedad relacionados con la educación de forma directa o indirecta a reflexionar sobre estos puntos y crear las medidas correspondientes para que la integración e inclusión dejen de ser una idea y se conviertan en una práctica diaria.

 

Por Carla Milagros Flores Alvarez
DNI 39.524.774
Profesora de Educación Especial