La puna catamarqueña fue el sitio de un hallazgo arqueológico sin precedentes que data de 1.000 años atrás y muestra cómo con tecnologías sencillas los pueblos prehispánicos construyeron una represa hidráulica de avanzada para desarrollar oasis agrícolas en zonas desérticas.
El hallazgo fue realizado por arqueólogos, docentes de distintas Universidades del noroeste argentino, e investigadores del Conicet, quienes desde el año 2006 trabajan juntos en el proyecto Arqueológico Miriguaca.
El trabajo de este grupo de profesionales se desarrolla justamente en la Quebrada de Miriguaca, en el departamento catamarqueño de Antofagasta de la Sierra, denominado la antesala del cielo, el cual se encuentra ubicado en plena puna a 3.323 msnm.
La arqueóloga e investigadora del Conicet Lorena Grana dio detalles sobre el hallazgo: "es una represa hidráulica arqueológica utilizada para el riego de campos de cultivos de pueblos prehispánicos", con la particularidad de encontrarse en la región de la Puna donde no hay registros de un hallazgo de este tipo. "A través de análisis que empezamos a generar en la Quebrada de Miriguaca, en el año 2017, pudimos ver algunas modificaciones en el terreno. Posteriormente logramos identificar que eran canales, líneas que se conectaban que nos mostraban el manejo del agua a través de los canales, con la particularidad de que una de estas redes, en el medio tenía una pequeña represa que sería la primera hallada para la puna catamarqueña", relató Grana.
La investigadora, quien también es docente de la Universidad Nacional de Jujuy, comentó que desarrollar estas estructuras implicaba tener conocimientos acabados del manejo de pendientes del agua, ya que la trasladaban desde el río a lugares específicos donde las almacenaban para enviarla a canales donde era dosificada para el riego.
"La particularidad de este hallazgo es que justamente son tecnologías muy sencillas, pero requieren de un buen conocimiento del manejo de pendientes para poder llevar el agua a zonas muy alejadas de los cursos de los ríos, y la represa es una optimización de recursos, es una de estas tecnologías que permitía expandirse más y alejarse cada vez más del curso del río para formar oasis agrícolas", dijo. "El conocimiento que hay en estos registros es impresionante, con tecnología muy sencilla la gente diseñaban oasis agrícolas. Imaginen en un desierto poder desarrollar agricultura", explicó.
En ese sentido, Grana indicó que "Antofagasta de la Sierra es la puna catamarqueña, un desierto de altura, es un lugar muy rico arqueológicamente que tiene ocupaciones humanas muy tempranas dentro del noroeste argentino".
La investigadora también destacó la idea de que encontrar este tipo de evidencias "rompe con concepciones occidentalistas que se tiene de lugares como los desiertos", y destacó el grado de conocimiento y la optimización de recursos que manejaban los pueblos prehispánicos.
"Muchos arqueólogos venimos queriendo romper con esa concepción que hay sobre estos ambientes (desiertos) que son considerados vacíos, donde nunca crecerá nada, cuando en realidad es una visión nuestra, occidental, donde creemos que lo fértil y lo rico es la pampa humedad y que la producción solo puede ser ahí y que estas regiones no tienen ningún tipo de riqueza cuando en realidad es al contrario, estas regiones tienen muchas riquezas culturales y bio culturales", aseguró Grana.
En tanto, el pasado 9 de diciembre el Senado de la Nación declaró de interés hallazgo arqueológico y el trabajo que viene desarrollando la Escuela de Arqueología de Catamarca.
Trabajo prolífero
El reconocimiento al trabajo del Proyecto Arqueológico Miriguaca está largamente justificado. Hasta este momento ha logrado identificar 21 sitios arqueológicos en Antofagasta de la Sierra que abarcan los últimos 4.000 años de ocupación humana en el área.