Aristóteles en su tratado de teoría política, expuso que, la monarquía se degenera en tiranía, la aristocracia se degenera en oligarquía y la democracia se degenera en demagogia. El historiador griego Polibio basándose en las teorías aristotélicas 200 años a.C., es decir hace más 2.200 años atrás, sostenía del peligro que las democracias corrían cuando estas se degeneraban a demagogias y de ahí, en una línea muy delgada, pasaban a oclocracias.
Según Polibio, mientras que, etimológicamente, la democracia es el gobierno del pueblo que con la voluntad general legitima al poder estatal, la oclocracia es el gobierno de la muchedumbre, es decir del clientelismo político o lo que hoy llamamos populismo. Este es un fenómeno social que hoy preocupa a los politólogos ya que los gobiernos que son cooptados por estas "muchedumbres", que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad confusa, irracional y contradictoria, por lo que no es capaz de legitimar un poder estatal para que gobierne en su representación y carece además de capacidad de autogobierno.
Lo que Polibio había advertido, es que cuando la democracia se deformaba para convertirse en una demagogia, todavía seguía siendo una forma de gobierno mala, pero forma de gobierno más o menos manejable, pero si la democracia se transformaba en una oclocracia, se caía absolutamente en la trampa de un líder y en el desgobierno.
Venezuela hoy es el mejor ejemplo de una oclocracia, la "muchedumbre", como grupo social sumido en la pobreza y el hambre y en manos de un personaje que vuelca todos sus esfuerzos publicitarios y manipulaciones hacia la "muchedumbre" que lo votó, apelando a los sentimientos más burdos y elementales de esta para legitimarse en el poder y alcanzar sus propios objetivos, teniendo en cuenta superficialmente los intereses reales de un país pues su único objetivo es la conquista y mantenimiento del poder.
Ante ello, la "muchedumbre" se rinde y siente que, a través del oclócrata, ejerce el poder y que su propia situación personal mejora, aunque esté hundiéndose en la más profunda de las miserias, pero jamás pierde la esperanza. Sus limitaciones culturales, sociales, económicas le impiden ver la realidad y queda a merced de ese sujeto manipulador que lo controla mientras disfruta de su poder.
En el desarrollo de su política, el oclócrata sólo tiene en cuenta el objetivo de la conquista y al mantenimiento de su poder personal o de grupo, haciendo uso de la demagogia y apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables, frecuentemente mediante el uso de un verbo encendido o vulgar, o una repetida retórica generalmente grosera, burda y plena de descalificaciones a sus opositores, con miras a permitirse el control de la "muchedumbre". También, acude el oclócrata a la apropiación de los medios audiovisuales de comunicación, así como el control de las instituciones educativas, desde la edad escolar hasta la universitaria y crea su propio relato a fin de aplicar un proceso de desinformación y tergiversación de cualquier afirmación que le sea contraria a sus intereses. La expropiación de la propiedad privada es una de sus armas favoritas para asumir el control de lo que se denominan empresas básicas o empresas distribuidoras de bienes de primera necesidad e, incluso, sirve para amenazar a todo aquel que sea propietario. La Reforma Agraria siempre está presente en el léxico del oclócrata y los propietarios de tierras destinadas a la agricultura o la ganadería resultan expropiados por ser considerados terratenientes y acusados de mantener ociosas sus propiedades.
La oclocracia es el ultimo estado de la degradación de la democracia, es cuando un pueblo decide siendo manipulado y sin información, es el peor de los sistemas políticos que termina "agrietando" a una sociedad y se nutre del rencor y la ignorancia.
Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista.
