Señor director:

En el tiempo de los hombres, hace ya más de dos mil años, un niño nació en uno de los lugares 
más pobres de la tierra. Sus padres no encontraban posada cuando llegaron a Belén. Le cerraban 
todas las puertas y seguramente en un lugar lúgubre, húmedo y en soledad, María parió a su hijo 
Joshua rodeados de un padre, Josep, asombrado, desconociendo todavía del gran acontecimiento 
universal que significaba la vida de ese niño. Su madre, como todas las buenas madres del mundo, lo limpió con todo cariño, lo arropó con los pañales desde el calor de su cuerpo y en su primera mirada volcó todo el gran misterio que secretamente escondía en su corazón desde aquella visita del ángel de 
Dios. Miriam, Josep y su hijo Joshua acababan de abrir para la historia el capítulo más apasionante 
que desde entonces habría de escribirse y escribe la humanidad.

Hoy, al cabo de los siglos, a pesar de quienes se resisten a aceptarlo, los cristianos conmemoramos el gran misterio del nacimiento del Hijo de Dios. Si nos empeñáramos día a día en descubrir ese misterio, a pesar de nuestras torpezas y errores, podríamos acariciar al menos una sombra de la felicidad que tanto deseamos. Feliz Navidad.