Tres años tardó en armar su auto de carrera y el momento en que pudo ponerlo en pista por primera vez fue tocar el cielo con las manos. Quienes conocen a Pedro Gómez (23) sabían que su Fiat 128 era todo para él. Se lo había regalado su padre para que se moviera solo pero prefirió seguir de a pie con tal de convertirlo en un coche de la categoría Promocional Fiat del Zonal Cuyano. Ayudante de su padre en un taller de calle Oro, en Chimbas, había trabajado en las siestas y los domingos para cumplir su sueño. Por eso la desolación cuando el domingo pasado se quedó sin nada. En un espectacular despiste, los tres años de sacrificio se destruyeron en cuatro vuelcos que dejaron el 128 hecho una masa retorcida de hierros. Sin embargo, el corazón de Gómez volvió a latir ayer. En una frenética cruzada solidaria de pilotos de San Juan y Mendoza en poco más de tres horas reunieron todos los elementos para poder empezar a armar otro Fiat.

"Fue increíble e impensado. En poco tiempo fueron apareciendo las cosas que hacían falta. No tengo más que palabras de agradecimiento", dijo Pedro con un hilo de voz.

Todo empezó el domingo pasado. En la presentación del Zonal Cuyano en San Luis, Gómez corría la final de la Promocional Fiat en el autódromo Rosendo Hernández cuando el auto se puso de costado y se trabó en la tierra, para empezar a volcar.

Pedro no sufrió lesiones, pero su auto quedó destruido. "No podía ni verlo. El dolor era tan grande que sentía que me habían arrancado una parte del cuerpo", recordó. Un fotógrafo captó el momento y la foto empezó a pasarse de piloto en piloto. Y ayer, un colega mendocino llamado Gustavo Lauría y un periodista, Diego Zárate, viralizaron esa imagen con un texto. "Seguro que muchos vieron esta foto y les causó tristeza o angustia. Y ante la magnitud de lo ocurrido algunos pilotos se pusieron el overol para darle una mano a Pedrito Gómez y compartieron la lista de los elementos que necesita para volver a la pista y tener su merecida revancha. Todo sirve, todo suma", decía el texto. Y la lista, escrita a mano en una hoja de cuaderno, incluía un casco de 128, tablero de relojes, llantas, policarbonatos, radiador y hasta la pintura. 

Entonces empezaron a sumarse las manos solidarias y rápidamente los pilotos aportaron lo suyo. Así, fueron tachando lo que hacía falta y entre la siesta y la tarde de ayer estaba casi todo donado. Es más, la Federación Mendocina hasta le regaló la inscripción de la próxima carrera. 

"Mi auto no sirve más. Sólo pude rescatar el motor, la caja y la jaula. Traer a San Juan lo que quedó después del vuelco fue lo más doloroso que me pasó. Yo había comprado de un caño por vez para armar la jaula, hice un montón de rifas para juntar plata, iba por los talleres amigos para rescatar algún repuesto o elemento que me sirviera para armar el auto. Y en un segundo me quedé sin nada. Por eso, saber que voy a poder volver a tener un auto me pone tan feliz que no lo puedo explicar", dijo.

La semana que viene llegarán todos los elementos al taller del padre de Pedro y el piloto estima que en tres semanas podrán armarlo. Su sueño, otra vez está en marcha.

 

"Mientras volcaba sólo pensaba en el coche"

"Es una locura lo que voy a decir, pero mientras volcaba sólo pensaba en el coche. Fueron esos instantes en los que no me importaba si me pasaba algo, si me lesionaba; sino que sentía que se estaba destruyendo lo que tanto sacrificio y esfuerzo me había costado", relató Gómez.

Pedro la sacó barata en su integridad física; de hecho quienes estaban en el autódromo pensaron lo peor. "Cuando el auto se me puso de costado, aceleré para corregir pero se corrió hacia el lado interno de la pista y apenas toqué la tierra volcó. Fueron dos vueltas en el aire y después dos giros más, de punta y de cola. Se abrieron las puertas y eso lo trabó, si no seguía volcando. El GPS que tenía en el tablero marcó que el vuelco fue a 140 km/h, por eso el auto se destruyó", expresó el piloto chimbero.