
Güentota, Cariagasta y Cayocanta: fueron los nombres vernáculos con el que los pueblos originarios de Cuyo llamaban a los valles en donde actualmente yacen enclavadas las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis respectivamente.
Juan Jufré de Loaysa y Montesa, llegó a Güentota en abril de 1562, con poderes "bastantes" (según dicen los escritos de la época) otorgados por el flamante gobernador de Chile Don Francisco de Villagra: para fundar ciudades, designar cabildo, otorgar mercedes (repartir la tierra) y despachar encomiendas (vender indígenas). Allí fundó la ciudad de "La Resurrección", ya que la fundación de "Mendoza" en éste lugar, un año antes por Pedro del Castillo, en honor al gobernador de Chile Hurtado de Mendoza, había quedado invalidada (como todos los actos de gobierno) por haber violado la ley de mayoría de edad entre otras cosas.
En junio 1562 pudo arribar al valle de Caria, Cariagasta o Tucuma (hoy Tulum), se dispuso a levantar la ciudad a la vera del río. Una vez recorrida las tierras y designado el lugar, se señaló el sitio para La Plaza Mayor, se trazaron los caminos principales a cordel y regla, y se hizo el repartimiento de chacras y tierras para: la Iglesia; el cabildo; dos hospitales; Jufré y su comitiva. Para el día 13 de ese mes, una vez designado el Ilustre cabildo, bajo una improvisada ramada, salieron a la plaza dónde ya estaban formados los españoles vistiendo sus brillantes armaduras y montados a caballo. Mientras tanto los indios distribuidos por allí, sin ningún orden, observaban atónitos tan aparatoso despliegue.
Frente a un grueso tronco desgajado por "Rollo de la justicia" (o picota), el cual rezaba las palabras en latín "Superbos, Gladio, Fidelis, Premio", el escribano Tomás Núñez leyó el acta de fundación. Juan Jufré levantó su espada y golpeando el rollo tres veces, proclamó a los cuatro vientos la majestad del Rey de Castilla en su nombre y el del muy magnifico gobernador Don Francisco de Villagra, fundaba la ciudad de "San Juan de la frontera por siempre jamás". Acto seguido a viva voz exhortó a quien tuviera algo que decir para oponerse que lo hiciera o callara para siempre (cómo si los indígenas entendieran una palabra de lo que estaba hablando).
Enarboló el estandarte de Castilla y dándoselo al "Alférez Real" dieron tres vueltas a la plaza a los gritos de España y el Rey Felipe, mientras los indios atemorizados por aquel infernal bochinche creían estar ante una turba de locos.
Quedaba así fundada en medio de una plaza (o mas bien un potrero terregoso), rodeada de unos cuatro ranchos y otros toldos y ramadas, no mejores que los pircados aborígenes, la ciudad de San Juan de la frontera.
Años mas tarde, en 1594 el general Luis Jufré de Loyola y Menses (hijo de Juan Jufré), funda en el valle de Cayocanta la ciudad de San Luis de Loyola (o de la punta).
Es interesante destacar que el magnífico monumento a la fundación de San Juan, diseñado y elaborado por notable Miguel Angel Sugo (Ver foto), reza en sus muros "Valle de Tucumán” no de "Tucuma” como es correcto, al hacer referencia al acta fundacional. Probablemente porque varios autores han realizado transcripciones erróneas de dicha acta de dónde probablemente se sacó para este monolito.
