Más allá de que la Argentina sea un país donde la actividad terrorista no es tan asidua como en otras partes del mundo, hay que generar conciencia de que la detección temprana de personas atraídas por la ideología yihadista, que promueve el Estado Islámico, es una forma efectiva de evitar ataques como el ocurrido la semana pasada en España, donde la situación ha empeorado con las últimas amenazas del islamismo radical que avizora un recrudecimiento de las agresiones a nivel mundial.

En épocas de aparente calma, o en las que se considera que no pasa nada, son los servicios de inteligencia del Estado o de las fuerzas de seguridad los encargados de una vigilancia que evite que estas células terroristas puedan llegar al país. La presencia de personas sospechosas debe ser inmediatamente investigada, lo mismo que sus actividades. No se puede ignorar que en el territorio nacional haya individuos de otros países que puedan estar elaborando planes para atentar contra la seguridad de la nación sin que nadie lo advierta. Una completa base de datos de los diferentes organismo oficiales que investigan estas actividades permitiría detectar a estos individuos peligrosos.

Los controles en los aeropuertos y terminales de ómnibus deben ser más estrictos, con la más avanzada tecnología para evitar que ingresen al país explosivos u otros elementos que habitualmente se utilizan en los ataques terroristas. De la misma forma se debe actuar en los pasos fronterizos, especialmente los del Norte y Noreste del país. Se ha establecido que la Triple Frontera, entre Argentina, Brasil y Paraguay, es uno de los puntos más conflictivos al haber sido tomado como centro de financiación, mediante el lavado de dinero y el narcotráfico.

Otro aspecto a tener en cuenta es el de la radicalización de personas a las que hay que detectar antes de que se involucren en un atentado. La radicalización o conversión al "Islam violento" es un fenómeno que avanza inexorablemente, pero que es difícil de detectar, ya que por lo general se propaga por internet trascendiendo fronteras y ganando la conciencia de los jóvenes.

Policías más activas y equipadas y organismos de inteligencia que no solo se dediquen al espionaje interno o pinchadura de teléfonos, sumado todo esto a protocolos informáticos ayudarán en estas tareas de prevención.