El faltante de un monedero con no más de $20.000, de un reloj Tressa y de un revólver calibre 22 corto de la casa de María Pérez (82) hacía suponer a los investigadores que el móvil del crimen era el robo. Pero ahora, con la detención de su vecino Cristian Di Carlo (34) y de dos amigos suyos, los pesquisas escarbaron profundo y descubrieron que posiblemente se trató de un ataque con olor a vendetta. Lo que creen es que Di Carlo le tenía bronca a la anciana. Posiblemente por las numerosas veces que la jubilada llamó al 911 para denunciarlo por música alta o juntaderas, sobretodo en estos últimos meses de pandemia. Quizás también por la enemistad pública que tenía Pérez con su familia, más que nada con su mamá. Supuestamente en una oportunidad la anciana discutió con la progenitora de Di Carlo, cuando eran vecinas. Según las versiones ésta última empujó a la otra y la amenazó de muerte.
Los fiscales Iván Grassi y Renato Roca, de la UFI Delitos Especiales, le imputaron a Di Carlo el delito de homicidio agravado por ensañamiento, alevosía y criminis causa, esto último porque entienden que la eliminaron para asegurarse la impunidad en el robo. Y a sus amigos John Francisco Cano (32) y Jerónimo Fernández (36) les endilgaron haber sido partícipes principales del hecho. Todos entonces pueden ser castigados con perpetua, dijeron fuentes judiciales.
"Están ensañados con mi familia y conmigo", eso fue lo único que declaró ayer Di Carlo, defendido por Gema Orellano y Juan Poblete. Cano, asistido por Carlos Fernández Torres, decidió quedarse en silencio. Y lo mismo hizo Fernández, por recomendación de sus abogados Juan Pablo Zapata y Pablo Portillo.
El juez de Garantías Alberto Caballero les dictó a los tres prisión preventiva por 7 meses a cumplir en pabellones separados del Servicio Penitenciario. Además, concedió un año para que la Fiscalía investigue.
Ya hay una prueba que los fiscales consideran más que contundente: se halló material genético (ADN) de Di Carlo en la manga izquierda del pullover que vestía la anciana al momento de ser asesinada. Casualmente la víctima presentaba un hematoma en ese brazo, al parecer, producto de una violenta sujeción. Luego le dieron múltiples golpes en el rostro y en la cabeza, la estrangularon hasta quebrarle el hueso hioides y con un cuchillo le hicieron cuatro cortes en el cuello que la degollaron. Eso fue entre las 9 y las 10 del 21 de agosto pasado, en la casa de la anciana en la Villa Paolini, de Pocito. Los vecinos declararon que no vieron entrar ni salir a nadie de la vivienda. Los pesquisas explicaron que los atacantes fueron rápidos y no tuvieron que correr demasiado, pues la casa de Di Carlo, donde últimamente vivía solo, está justo enfrente, sobre la calle Gobernador Rojas.
¿Por qué cayeron Cano y Fernández? En la madrugada del último jueves la Policía allanó simultáneamente los domicilios de Di Carlo y Cano. En este último, en Rawson, los pesquisas hallaron prendas de Di Carlo con manchas de sangre, que ya se comprobó que es humana. Cuando los efectivos irrumpieron en lo de Cano estaba también Fernández. Para los investigadores está comprobado que existen vínculos preexistentes y posteriores al crimen que complican tanto al presunto autor como a los otros dos. Es más, ahora buscan establecer si horas después del hecho fueron los tres a comprar una moto y si entregaron como parte de pago el dinero sustraído a la anciana. Otra prueba que los fiscales esperan con ansias es el cotejo de huellas dactilares que se hallaron en el cuchillo (quedó sobre la mesa) y en otras partes de la escena. Un detalle que los pesquisas consideran increíble: horas después del crimen, las autoridades necesitaban una persona que sirviera como testigo de actuación, puntualmente para que testificara esas huellas que los peritos habían encontrado en la escena. El que entró a la casa fue ni más ni menos que Di Carlo, el vecino de enfrente. Y firmó el acta, sin titubear, comentaron los voceros.
"Por seguridad"
El revólver calibre 22 corto había sido adquirido por María Pérez hace más de 30 años en una armería céntrica. Según sus hijos, lo compró por seguridad. Contaba con el papel de compra. Hasta el momento no apareció.
Cruel disfrute
El informe forense indica que él o los atacantes tuvieron una actitud "sádica" y que los golpes fueron "desmedidos". Agrega que la víctima sufrió antes de morir. Psicólogos dijeron que hubo un disfrute del homicida de ese sufrimiento.
Antecedentes
Tanto Cano como Fernández no tienen antecedentes penales, dijeron fuentes judiciales. Sobre Di Carlo en cambio pesa una denuncia por lesiones leves y amenazas, en el marco de una causa por violencia de género.
¿Otra vinculación?
Ya que el modus operandi fue similar y que los 3 sospechosos tendrían vínculos con los 2 detenidos por el crimen de César Bustos (87), los investigadores no descartan que Cano, Fernández y Di Carlo tengan algo que ver.