A la cárcel. El condenado recibió la pena que aceptó por abusar de su nieta, 10 años. Y volvió a prisión.

’Como 90’ fue la tajante respuesta de la nena a una psicóloga que le preguntó cuántas veces le había hecho ‘eso’ su abuelo. ‘Eso’, era besarla, manosearla, desnudarla y frotarse también desnudo sobre ella cada vez que podía y hasta mostrarle revistas pornográficas. Los abusos incluían siempre el chantaje de no comprarle más libros ni juguetes si le decía a su mamá. Y provocaban serios trastornos en la niña, que se orinaba y se defecaba encima.

Todo empezó cuando la pequeña tenía 7 años y se terminó poco más de un año después, cuando ya tenía 8 y se la quiso llevar a la fuerza, arrastrándola de sus brazos a su dormitorio. Fue tras las reiteradas negativas de la víctima a ir a la habitación ante los insistentes llamados del anciano.

Esa vez, el 16 de noviembre de 2015 a la siesta, la niña gritó, su mamá y su papá se despertaron por los desgarradores gritos y hubo escándalo, con la amenaza de golpiza por parte del dueño de casa al sospechoso, que se encerró con llave en su habitación sin decir palabra.

Escapó cuando se fueron a poner la denuncia, pero cayó enseguida. Los dichos de la niña a sus padres tomaron fuerza porque su propia madre refirió haber atravesado la misma situación cuando tenía 14 años, pero por ese delito el sujeto (no identificado para preservar a la menor) nunca fue condenado.

Su situación ahora cambió, porque llegó a juicio acusado de cometer los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravados por el vínculo, y también por haber corrompido a la niña, dijeron fuentes judiciales.

La contundencia de las pruebas llevó al acusado a realizar un juicio abreviado en la Sala II de la Cámara Penal. A través de su defensora María Noriega, firmó un acuerdo con la fiscal Leticia Ferrón de Rago en el que aceptó 10 años de cárcel. Y esa pena fue la que le impuso ayer el juez José Atenágoras Vega, que lo mandó de vuelta al Penal de Chimbas.