Se encuentra extensamente constituido como lugar común el que la oportunidad es una circunstancia favorable que puede o no llegar. Tal vez así sea, pero existe un reverso de tal situación, que podría marcar la diferencia en el destino de una persona, de una sociedad o de toda una época. El célebre escritor irlandés Bernard Shaw aconsejó que mejor "no esperes la oportunidad correcta: créala". Precisamente, el originar oportunidades es una de las claves para tomar las riendas de algunas situaciones, y no quedar a merced de lo aleatorio. Indudablemente que se podrían entretejer innumerables controversias en torno a cómo se crea una ocasión propicia. Sin embargo, un punto de indudable acuerdo es que las oportunidades arriban en el ambiente adecuado. En otras palabras, si se logra crear un marco adecuado para que ciertas situaciones pudieran tener lugar, las probabilidades de que estas ocurran se multiplican exponencialmente. Un ejemplo acentuado, como para graficar esta conjetura, sería el caso de alguien que quiere ser jugador en un equipo de un deporte determinado. Jamás tendrá oportunidad alguna si no se entrena adecuadamente y adquiere una disciplina, si no estudia el juego de ese equipo, si no destaca sus méritos ante quienes seleccionan jugadores, etc.

Un país no puede sólo "armarse de confianza" para que las oportunidades tengan a bien favorecerlo. Debe crear el ambiente que las atraigan, en la multiplicidad de planos que la realidad presenta. De eso se trata cuando se habla de "clima de inversiones", de "paz social", de "continuidad institucional", de "estabilidad" y de numerosas situaciones que a menudo sólo quedan en laudables consignas. Existe una difundida presunción de que un evento de carácter ecuménico sólo constituye un pulido escenario para que un país luzca sus virtudes. Pero amén de ello, es la ocasión para integrar un megaambiente que propicie toda clase de oportunidades favorables. Ha trascendido que en Qatar, mientras transcurre el mundial de fútbol y en los entretiempos, se establecen los más altos contactos a nivel global, además de cerrarse muy importantes acuerdos comerciales. Diarios del mundo han reflejado información sobre acuerdos que se cierran en restaurantes de los estadios futbolísticos de Doha, de la envergadura de construcciones de nuevas megatorres para esta moderna ciudad, cuantiosas inversiones inmobiliarias, o compra de armas defensivas por parte de Qatar a EEUU y Francia. En esos mismos entornos Alemania firmó un convenio, de nada menos que 15 años, para comprar 2 millones de toneladas de gas licuado al país anfitrión. Evidentemente, un clima de diálogo, de confianza y de expectativas positivas, derivadas de lo que ese país está reflejando en el transcurso del Mundial, han sido determinantes para esta dinámica. En todo caso, todo se orienta en la dirección sugerida por Bernard Shaw, en lugar de encomendarse a que el destino les sea generoso con un "golpe de suerte".