Señor director:
La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha mantenido siempre una clara enseñanza sobre todas las cuestiones relacionadas con la castidad, sin necesidad de preguntar a nadie, porque sabe que
ha de transmitir las enseñanzas de Cristo. Y tiene clara constancia del bien que ha hecho, a los
hombres y a la sociedad, su firmeza en vivificar cada generación con la misma doctrina sobre esos puntos. Doctrina siempre viva y joven porque es eterna y nunca envejece, que lleva la paz a los corazones de los creyentes y de tantos otros hombres y mujeres que la viven. También porque les devuelve el sentido de pecado si se hubiera perdido-, y nada hay más rejuvenecedor que el arrepentimiento.
Siempre habrá jóvenes, y mayores, y ancianos, que quieran cambiar las enseñanzas de la Iglesia
sobre la Castidad. Pero la Iglesia sabe muy bien que tiene que transmitir la verdad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, aunque a alguno no le guste, porque no puede traicionar a su fundador.
