No desayunan huevo crudo como Rocky Balboa y sus historias no son de una película. En el gimnasio de Sportivo Desamparados, hay dos alumnas de boxeo con síndrome de Down que disfrutan a pleno los entrenamientos a cargo de Hugo Mines. Son Soledad Basualdo (33 años) y María Fernanda Saavedra (38), quienes el año pasado comenzaron a practicar esta disciplina y el entusiasmo que tienen aumenta con cada día de trabajo.
Debido a que vive a un par de cuadras del club, en el corazón del Barrio Patricias Sanjuaninas, fue Soledad quien tuvo primero la curiosidad de probarse unos guantes. Y como son compañeras y amigas en el centro “Vida Nueva”, María Fernanda también quiso ver de que se trataba esta actividad y hoy tiene la misma dedicación. De hecho a Soledad se le están haciendo muy largos estos días porque recientemente fue operada (trasplante de córnea) y por prescripción médica debe estar al menos un mes afuera del gimnasio.
“A Soledad simplemente le encanta el boxeo. Ella acompañaba a una hermana que estuvo practicando un tiempo y cuando nos vinimos a vivir acá y vio el gimnasio, no dudó en pedir que quería empezar a practicar”, afirmó su mamá, Margarita, quien resaltó también el trato que hay con el entrenador y los compañeros: “Además que le gusta estar en actividad, se lleva muy bien con todos los compañeros, que la integran, nunca la dejan de lado. Igual que el profesor, que la tiene tan cortita como a los otros chicos”.
María Luisa, madre de María Fernanda, reconoció que al principio no le agradó la idea.
“Cuando mi hija se pone los guantes es como si tocara el cielo con las manos”.
MARÍA LUISA – Mamá de María Fernanda
“Mi hija ya estaba haciendo natación y gimnasio, por lo que ya estaba realizando mucha actividad física. Pero me insistía que la Sole, como le dice, estaba muy contenta y entonces acepté que fuera como para probar. Y cuando lo hizo inmediatamente se puso tan feliz como Soledad. La vi realmente en ese estado porque también el grupo humano es muy contenedor. El profesor y su ayudante, Andrés, desde el principio se comportaron de una manera muy cálida y al mismo tiempo pusieron los límites como debe ser, por lo que a mi también me pareció espectacular”. Y agregó también otro reconocimiento: “Yo me quedo esperando adentro del local y me imagino que no debe ser fácil tener a una persona ajena a la clase, pero el profesor y todos también me reciben sin ningún problema”.
Las dos protagonistas, por su timidez, simplemente dijeron que “todo” es lo que les gusta de los entrenamientos.
Así como alguna vez quisieron entrenar las dos amigas, ¿alguna vez podrían querer subirse a un cuadrilátero y probarse contra un rival?
“A Soledad le encanta ir a entrenar. Le gusta la rutina de ejercicios y el apoyo que recibe”.
MARGARITA – Mamá de Soledad
Margarita soltó una risa nerviosa y dijo que todavía no se anima a hacerse ella misma esa pregunta. Y María Luisa añadió que antes de evaluar la respuesta “se me acelera el corazón. La verdad es que no se. Capaz que lo haga pero no lo se. Hoy pienso en preparación, no en competencia. Hoy estoy contenta porque a ella le hace muy bien, aunque reconozco que al principio estaba un poco en contra de esta idea”.
Hay un antecedente que también podría influir en la respuesta. La Sociedad de Estados Unidos del síndrome de Down eligió como personaje del año, en abril de 2015, a Garret “G-Money” Holeve, un luchador de MMA, por su trabajo con respecto a su derecho de pelear, y por el éxito de su petición en pro de los atletas con capacidades diferentes. Aunque las personas con síndrome de Down tienen menos reflejos para reaccionar (para esquivar un golpe en este caso), la Sociedad respaldó el pedido de Holeve de poder combatir “contra un oponente de su misma experiencia y habilidades”.
Hugo, el entrenador, quien no puso reparos en aceptarlas que se sumen a los entrenamientos y hoy evalúa nuevas posibilidades: “Luego de pedirles los certificados que pueden realizar actividad física, se sumaron inmediatamente al trabajo. Hoy no hay ningún inconveniente en trabajar con ellas dos. Se trata de un trabajo inclusivo”.