Foto Marcos Urisa
El Mercado Artesanal Tradicional Luisa Escudero entregó ayer los diplomas a los 66 artesanos que recibieron este año la certificación Identidad Artesana, que la institución que depende del Ministerio de Turismo y Cultura, otorga desde 2018. Este año la textilería continuó siendo mayoría, aunque hubo un importante aumento de la cerámica y se destacó el aumento de participantes de Jáchal.
En la heterogénea lista de artesanos que recibieron su diploma ayer, hay nombres conocidos, hombres y mujeres que llevan una vida elaborando sus piezas en los distintos rubros y que transfieren de generación en generación sus técnicas; también hay nuevos ceramistas, talabarteros, tejedoras, orfebres o alfareros. Todos con sus diferentes estilos, diseños, pero compartiendo los procesos que les permiten ser considerados identitarios.
DIARIO DE CUYO conversó sobre el oficio con dos de ellos, ambos de distintas generaciones, con diferentes motivaciones, formas de acceder al trabajo artesanal pero con la misma pasión. Luis Hidalgo hace tornería en madera y Pablo Francisco Balmaceda se dedica a la soguería criolla.
Hidalgo tiene 74 años, y hace 16 que comenzó con la tornería artesanal en madera como un hobby que lo fue atrapando. Ahora continua perfeccionándose y se enorgullece de aplicar una técnica que ‘nadie hace’ aquí. Vive en Rivadavia, es ingeniero agrimensor y siempre quiso aprender a usar el torno. Cuando pudo se lo compró y comenzó a trabajar la madera como autodidacta.
Decidió certificar como un modo de exponer en el Mercado Artesanal y ya va por el tercer año. En esta edición, además recibió una mención especial a la excelencia artesanal junto a otros 19 artesanos certificados. "Hace algunos años que aprecian mi trabajo y a raíz de eso he perfeccionado la técnica y la calidad de las piezas. Acá en San Juan no conozco a nadie que haga la terminación que yo le hago a las piezas, que implica pulir la madera hasta sacarle el brillo natural y luego aplico una protección con pastas a base de ceras que yo mismo preparo’ detalló Hidalgo que hace morteros, floreros, cuencos, jarrones con técnica de segmentado (como el que fue certificado este año) entre otras piezas.
Para Hidalgo adentrarse en el mundo de las artesanías lo ha cambiado por completo. Asegura tener una visión diferente de la vida y que lo económico nunca fue su motivación "porque aunque suma, no ha sido el ingreso principal’.
"Es un oficio que me permite expresarme. Para mí es algo grandioso, en cada pieza que hago pongo lo mejor de mí y nunca una pieza es igual que otra, son todas piezas únicas aunque sean parecidas’ comentó este artesano que ha usado ha sabido usar recursos tecnológicos actuales para desarrollarse, como los videos que pudo encontrar en YouTube videos que lo pusieron al corriente de lo que ocurre en otros países con el oficio. "Consideró que mis piezas son modernas de acuerdo a las técnicas que tenemos actualmente. La tornería es una pasión para mí’, comentó.
Y esa pasión es el punto en común con Pablo Balmaceda, un artesano de Carpintería (Pocito) que se dedica a la talabartería criolla, específicamente a la soguería. Para él, practicar este oficio es especial, lo acerca a su familia. "Hace cuatro años que trabajo esto puntualmente soguería criolla, mas allá que me da una salida laboral lo hago porque me gusta, viene de tradición, es muy significativo para mí’ dijo el joven de 27 años sobre esta labor ancestral que heredó de su abuelo. "Siento pasión por este oficio, que se está perdiendo, hay muy pocos colegas en San Juan. Siento que lo estoy manteniendo vivo. Tengo una sobrina a la que le enseñé a trenzar y creo que va a seguir por ahí’ comentó.
Balmaceda es el más joven de los 66 que certificaron Identidad Artesana ahora y es la cuarta vez que presenta piezas. "Es un culero o tirador (como un tipo de cinto), con hebillas litoraleñas, hay unos más de vestir, en este caso es más rural, de uso diario’, contó sobre la pieza seleccionada.
Balmaceda se dedica a realizar piezas del apero criollo, lo que usa caballo, como riendas, cabezada, bozal, estribera, todo en cuero crudo sobado que realiza él mismo usando un martillo de madera que ablanda las fibras. "Aprendí algunas de las técnicas que tiene la soguería, porque son muchísimas , no se termina mas de aprender. Lei un libro y uso técnicas tradicionales que hacía mi abuelo. De muy chico me gustó, trabajé con mi papá que es talabartero y después me dediqué a esto’ relató este artesano sub-30 que no deja que su juventud se cuele en sus diseños. Los prefiere bien tradicionales.
Así, las de Luis y Pablo, son historias diferentes, pero que confluyen en esa pasión por expresarse a través de creaciones únicas e irrepetibles.