El 30 de octubre de 1983 fue un día de efervescencia ciudadana. Los argentinos acudían a las urnas luego de 6 años de gobierno de facto. Dos hombres eran los que polarizaban la atención. Raúl Alfonsín, candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), e Ítalo Luder, por el Partido Justicialista (PJ). Para las elecciones se establecía una única vuelta, sufragio indirecto y por colegios electorales en todas las provincias del país. Además, quien resultase ganador se quedaría en el mando durante seis años sin posibilidades de reelección. Se impuso la fórmula Alfonsín-Martínez, que acumuló el 51,75% de los votos y la mayoría absoluta de 317 electores, mientras que la fórmula peronista de Luder-Bittel quedó segunda con el 40,16% de los votos y 259 electores.

Dicen que las comparaciones son odiosas. Sin embargo, a veces son necesarias, y las elecciones de 1983 pueden compararse con las de 2023. En el año 1983, tanto Alfonsín como Luder se comportaron como verdaderos caballeros. Respetuosos y exponiendo las ideas de los sectores que representaban. La excepción fue lo de Herminio Iglesias: quemando un féretro con la bandera de la UCR fue un acto violento que la sociedad argentina no quería nunca más. Tan caballeros eran Alfonsín y Luder que estrecharon sus manos ese 10 de diciembre al recibir el primero la banda presidencial y el bastón de mando. Todo en medio de un ambiente de paz, sonrisas de empatía y un claro sentir de hermandad entre dos argentinos.

Cuando se recuerdan esos acontecimientos y se comparan con la campaña electoral de este 2023, sin dudas, lo que aparece es desconcierto, incertidumbre y una atmósfera de violencia verbal, de acusaciones que apuntan a sembrar miedo entre los argentinos al momento de ir a votar. Tampoco se observan propuestas superadoras por parte de quienes promueven cambios. Temas como salud, educación y pobreza, que son vitales y urgentes para la sociedad, no han sido expuestos de manera clara y contundente. La sociedad pide respeto y patriotismo en estos tiempos oscuros que vive el país.

Hace 40 años, dos hombres dieron muestra de convivencia democrática y empatía ante la sociedad. Esos son gestos para imitar por parte de los contendientes actuales y aspirantes al sillón de Rivadavia.

 

Por José Correa
DIARIO DE CUYO