Sin haber ganado en sus tres presentaciones, con dos empates y una derrota, Paraguay logró el milagro de clasificarse a cuartos de la Copa América. Es difícil encontrar méritos propios en los dirigidos por Eduardo Berizzo -tal vez el 1-1 frente a la Argentina- para explicar que el jueves estén enfrentándose a Brasil por un lugar en semifinales. Más bien, hay que centrar el análisis en la mediocridad del contexto, en las falencias de otros rivales que no dieron la talla como Ecuador y Japón. Dos selecciones que sufrieron siete goles en contra y que ayer, en ese empate y que justo era el único resultado que no le servía a ninguno de los dos, le pusieron punto final a sus penurias futbolísticas. Y así, de carambola y mirándola por televisión, Paraguay se enteró de que aún tiene un partido más por delante. Pero ahora sí quedará en sus jugadores aprovechar la oportunidad de una vez por todas.

 

 

Fue Japón el que quizás mereció quedarse con el pasaje de ronda si es que juzgamos -con lupa y observando las migajas- su intención y por su búsqueda punzante, con el falso Messi (Kubo, de 18 años) y Nakajima, autor del gol que parecía meterlo en la siguiente fase de una Copa a la que llegó por invitación. Pero también es verdad que analizando su parte defensiva, los nipones eran dos equipos diferentes: mamita, los problemas que mostraron para salir jugando y en la marca. Por eso es que también Ecuador, incluso peor parado desde lo estructural, encontró la fórmula para empatarlo aunque no para ganarlo.

 

Sucede que en el ST, los de Bolillo Gómez consiguieron llegar con más gente al área de Japón, pero ni Valencia ni sus compañeros tuvieron la cabeza centrada en el arco rival: ¡no le embocaron al arco! ¿Y los asiáticos? Para qué… A los 48’ del ST, Kubo aprovechó un rebote, la mandó a la red y a Berizzo se le paró el corazón del otro lado de la TV. Pero como el punta nipón estaba adelantado, el 1-1 no se movió más y Paraguay está en cuartos. Milagro.