Este fin de semana, un ataque de un avión no tripulado estadounidense en Afganistán mató al egipcio Ayman al-Zawahiri, que asumió el liderazgo de Al Qaeda tras la muerte de Osama bin Laden en una redada estadounidense. El presidente Joe Biden tenía previsto anunciar este asesinato el lunes, lo que supone una importante victoria antiterrorista apenas 11 meses después de que las tropas estadounidenses abandonaran el país tras dos décadas de guerra.
Funcionarios actuales y que han pasado por la Casa Blanca empezaron a oír el domingo por la tarde que Al Zawahiri había muerto en un ataque con un avión no tripulado, pero la administración retrasó la publicación de la información hasta que se pudiera confirmar su muerte, según una persona.
Los funcionarios de la Casa Blanca declinaron confirmar la muerte de Al Zawahiri, pero señalaron en un comunicado que Estados Unidos llevó a cabo una operación antiterrorista “exitosa” contra un objetivo importante de Al Qaeda, y añadieron que “no hubo víctimas civiles.”
La casa en la que se encontraba Al-Zawahiri cuando fue abatido era propiedad de un alto ayudante del alto dirigente talibán Sirajuddin Haqqani, según dijo a la agencia AP un alto funcionario de los servicios de inteligencia. El funcionario añadió también que un equipo terrestre de la CIA y un reconocimiento aéreo realizado tras el ataque con drones confirmaron la muerte de Al-Zawahri.
No hubo más detalles sobre la operación o la identidad del objetivo, pero el presidente Joe Biden tenía previsto hablar por televisión más tarde, dijo la Casa Blanca, para hacer “comentarios sobre una exitosa operación antiterrorista”.
La noticia llega una semana antes de que se cumpla el primer aniversario de la retirada definitiva de las tropas estadounidenses de Afganistán, dejando el país bajo el control de la insurgencia talibán que combatió a las fuerzas occidentales durante las dos décadas anteriores.
La pérdida de Al-Zawahiri elimina a la figura que, más que nadie, dio forma a Al Qaeda, primero como suplente de Osama bin Laden desde 1998 y luego como su sucesor. Juntos, él y Bin Laden dirigieron las armas del movimiento yihadista hacia Estados Unidos, llevando a cabo el ataque más mortífero jamás perpetrado en suelo estadounidense: los secuestros suicidas del 11 de septiembre de 2001.
Los ataques al World Trade Center y al Pentágono convirtieron a Bin Laden en el enemigo número 1 de Estados Unidos. Pero es probable que nunca hubiera podido llevarlo a cabo sin su ayudante. Bin Laden aportó a Al Qaeda carisma y dinero, pero Al Zawahiri aportó las tácticas y las habilidades organizativas necesarias para forjar militantes en una red de células en países de todo el mundo.
Su vínculo se forjó a finales de la década de 1980, cuando al-Zawahiri supuestamente trató al millonario saudí Bin Laden en las cuevas de Afganistán mientras los bombardeos soviéticos sacudían las montañas que los rodeaban.
En un discurso pronunciado el 31 de agosto de 2021, después de que las últimas tropas estadounidenses abandonaran Afganistán, Biden dijo que Estados Unidos no cejaría en su lucha contra el terrorismo en ese país ni en ningún otro.
“Mantendremos la lucha contra el terrorismo en Afganistán y en otros países”, dijo. “Sólo que no necesitamos librar una guerra terrestre para hacerlo”. Adelantándose al ataque que se produciría 11 meses después, Biden dijo entonces: “Tenemos lo que se denomina capacidades over-the-horizon, lo que significa que podemos atacar a los terroristas y a los objetivos sin que haya botas estadounidenses sobre el terreno, o muy pocas, si es necesario”.
Durante varios años se ha rumoreado sobre la muerte de Al Zawahiri. Pero en abril salió a la luz un vídeo en el que el líder de Al Qaeda elogiaba a una mujer musulmana india que había desafiado la prohibición de llevar el hijab, o pañuelo en la cabeza. Esa grabación fue la primera prueba en meses de que seguía vivo.
Un comunicado del gobierno talibán de Afganistán confirmó el ataque aéreo, pero no mencionó a Al Zawahiri ni a ninguna otra víctima.
Dijo que “condena enérgicamente este ataque y lo califica de clara violación de los principios internacionales y del Acuerdo de Doha”, el pacto de 2020 entre Estados Unidos y los talibanes que condujo a la retirada de las fuerzas estadounidenses.
“Estas acciones son una repetición de las experiencias fallidas de los últimos 20 años y van en contra de los intereses de Estados Unidos de América, de Afganistán y de la región”, señala el comunicado.