Estados Unidos decidió retirar finalmente sus tropas de Siria porque considera que las milicias del ISIS ya fueron derrotadas y que, por lo tanto, la misión llegó a su fin. La medida podría acarrear importantes consecuencias geopolíticas en una región donde aún es fuerte la tensión entre las potencias regionales.
“Hemos derrotado al grupo ISIS en Siria, mi única razón para permanecer ahí durante la administración Trump”, indicó el propio presidente estadounidense en Twitter.
La vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, confirmó a través de un comunicado que el operativo ya había comenzado. “Hemos empezado a devolver a casa a las tropas de Estados Unidos conforme pasamos a la siguiente fase de esta campaña”, sostuvo. Y recordó que “hace cinco años, el ISIS era una fuerza muy poderosa y peligrosa en Oriente Medio, y ahora Estados Unidos ha derrotado el califato territorial”.
Si bien es cierto que la coalición internacional contribuyó a reducir el poderío militar de los yihadistas, la realidad es que los terroristas fueron arrasados fundamentalmente por los operativos realizados en forma conjunta por la aviación rusa, las tropas sirias rearmadas por Moscú, y los miles de combatientes que proveyó Irán para respaldar el régimen de Bashar al Assad.
En los últimos meses Moscú venía reclamando el retiro de las tropas estadounidenses, argumentando que el régimen sirio ya tenía el control de casi todo su territorio. Este paso dado por el gobierno de Trump convalida de alguna manera su aceptación de que Assad continúe en el poder, algo que hasta hace poco rechazaba.
En ese sentido, Charles Lister, investigador principal del Middle East Institute de Washington, estimó que la decisión de Trump revela una visión “extraordinariamente cortoplacista e ingenua”. “Esta medida va a parecer más como una ‘retirada’ que una ‘victoria’ y es otra evidencia de la peligrosa imprevisibilidad del presidente estadounidense”. “Este panorama -agregó- no sólo favorece al ISIS sino que también beneficia a Rusia, Irán y a Assad”.