Señor director:
El incendio de la biblioteca de Alejandría, ocurrido en el 391 (hay otras versiones al respecto) arrebató al mundo de un conocimiento sólido y firme del extraordinario desarrollo de las ciencias entre los egipcios. Papiros y documentos permiten afirmar que ha sido uno de los pueblos más instruidos de la antigüedad en cuanto a medicina. El profesor Jorge Taiana, decano de la Facultad de Ciencias Médicas (1952-1953), se interesó por esta fase de la historia de la medicina y resultan decisivas para alcanzar una cabal imagen de la sabiduría egipcia en esa zona, según lo manifestado por la investigadora Diana Castelar. Al querer profundizar sus conocimientos sobre el tema, supo con sorpresa que la bibliografía específica era prácticamente inexistente y que incluso en una obra tan importante como "Historia de la Medicina", de Castiglioni, sólo se dedicaban once páginas de la materia. Hubo en los orígenes de la medicina egipcia mezcla de magia, sacerdocio y espiritismo. Herodoto testifica que en todos los lugares de Egipto había médicos, y Plinio relata que los profesionales del arte de curar eran pagados por el tesoro público, siendo esto, uno de los primeros intentos de socialización de la medicina que se conoce. Lo cierto es que en Sais y Heliópolis, existían escuelas médicas que congregaban a estudiantes de distintos lugares del país. Los médicos conocían la duración del embarazo que estimaban en 275 días. Trataban la blefaritis y el tacoma con sales de cobre. Conocían la catarata ocular a la que denominaban "Subida de las aguas". Sabían que los sujetos que presentaban parálisis de los cuatro miembros sufrían de una lesión en las vértebras cervicales -anota el profesor Taiana – explicando que "una vértebra se hundía en la otra como un pie en la tierra cultivada", y cuando la parálisis era sólo de los miembros inferiores, comprendían que la lesión era más baja: esto indica -continúa diciendo-, que conocían la relación entre el sistema nervioso contenido en la columna y la movilidad de los miembros. Los movimientos del corazón no les eran desconocidos. Refiriéndose a las arritmias, hablaban poéticamente de "la danza del corazón", mientras que a los extrasístoles los denominaban "escapes del corazón". A la toma del pulso la llamaban "medir el corazón". Los antiguos papiros revelan que practicaron trepanaciones con fines médicos y ceremoniales y, lo que es más importante, los sujetos han sobrevivido, porque hay indicios de cicatrizaciones y reosificaciones, lo que exige cierto tiempo. Esto ha sido estudiado sobre cráneos existentes en el museo de El Cairo por investigadores tan importantes como Vikentieff y Hussein. También conocieron la circuncisión mucho antes que los hebreos pero no la practicaron en recién nacidos sino en jóvenes púberes. Abrían abscesos valiéndose de agudas lancetas de piedra obsidiana y distintos metales, limpiaban las heridas con destilados de hierbas y las suturaban con agujas e hilos, activando la cicatrización mediante el cauterio. También utilizaban anestésicos y sedativos como la belladona y el opio. Paralelamente a sus brillantes actividades de cirujano, el profesor Taiana se ha preocupado por las investigaciones del Antiguo Oriente y Egipto, que aunque estrictamente no pertenece a este, le está ligado por razones étnicas y culturales.
