Viví mi niñez en una casa de adobe. Entonces no sabía de materiales, ni resistencia ni sismos, sólo era mi casa, de paredes altas con pequeñas ventanas con postigos verdes y de una frescura inusual en los meses de verano.
Hasta el año 1977, fecha del terremoto con epicentro en Caucete, el 80% de las construcciones de esta ciudad eran de adobe. Es un vocablo árabe que significa "ladrillo sin cocer" y se realiza con una mezcla de tierra, arena y agua, aunque generalmente se le adiciona un elemento que ayude a los esfuerzos de corte como por ejemplo la paja; dicha mezcla es vertida en moldes de madera en forma de bloques y secada al sol. Recuerdo que en mis viajes diarios al almacén, vi muchas veces a los mismos vecinos haciendo adobes con sus botas altas, de goma negra, metidos casi hasta las rodillas en el barro. A veces lo hacían solos, pero muchas, muchas veces también vi familias enteras pisando esa mezcla que le daría luego forma a sus casas.
Se puede utilizar cualquier tierra para hacerlos, sin embargo, poseen mayor o menor resistencia según la cantidad de arcilla que esta contenga. Luego de moldeados -son sensibles a la humedad por lo que no deben manipularse- tardan aproximadamente 3 días en secarse a sol pleno.
Integrado al medio ambiente
El adobe, por ser tierra sin cocer, no tiene un impacto en su fabricación y tampoco impacta después de su vida útil en el edificio, la vivienda o la construcción en la que se utilizó, puesto que se integra de manera muy natural al medioambiente.
Es quizás el material de construcción más antiguo del que se tienen registros. Una casa de adobe, bien construida, en ciertas zonas puede durar hasta 200 años ya que posee resistencia térmica, mecánica y aislamiento acústico aunque en zonas como la nuestra se ha dejado de aprobar este tipo de construcción debido a su poca resistencia a los movimientos sísmicos.
El tamaño de los ladrillos cambia conforme el alto que se desea darle a la pared y a la facilidad de manejo de los materiales. Con ladrillos grandes se construye más rápido, pero también son más pesados y más complicados para trabajar. La pared debe ser gruesa, lo suficiente como para mantener fresco adentro en el día pero lo suficientemente fina para transferir el calor en la noche.
Las paredes de adobe deben ser levantadas arriba de una base impermeable ya que los ladrillos no pueden estar en contacto directo con el suelo para evitarse los problemas de humedad. Los ladrillos de adobe son dispuestos de la misma manera que los ladrillos convencionales.
Los moldes pueden ser unitarios, haciéndose un ladrillo a la vez, pueden ser dobles o con cantidades más convenientes. Eso va a depender del espacio disponible, de las condiciones del terreno, de la cantidad de personas involucradas y de la creatividad.
Lo bueno del adobe
Como su construcción tradicional es simple y no requiere de maquinarias también supone un beneficio económico. Actúa como filtro mejorando la calidad del aire en el interior de la construcción, se utilizan materiales naturales, uso de herramientas sencillas y lo mejor de todo pueden realizarse en familia.
Perú tiene la construcción más antigua con 5.500 años
La construcción de adobe más antigua de América salió a la luz bajo la arena de un desolado, inhóspito y desértico enclave de la costa norte de Perú, donde un equipo de arqueólogos desentierra sus primigenios muros, cuya antigüedad oscila entre los 5.100 y 5.500 años. Bajo lo que parecía una simple y común duna del valle de Chao, 70 kilómetros al sur de la ciudad de Trujillo, permanecían ocultos estos arcaicos edificios de adobe, ese barro amasado en ladrillos que luego usaron con enorme virtuosismo las grandes civilizaciones del Antiguo Perú para sus espectaculares construcciones. "Lo que hemos encontrado es la evidencia más antigua de arquitectura utilizando esta tecnología del adobe", aseguró a la Agencia Efe la arqueóloga Cecilia Mauricio, que lleva casi diez años de investigaciones en la zona. En ese hallazgo intervinieron arqueólogos de la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP) y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), con la colaboración de investigadores de la Universidad de Maine (Estados Unidos). Los muros de adobe encontrados en el complejo arqueológico Los Morteros son incluso mil años más antiguos que las construcciones de Caral, la primera civilización de América, que se desarrolló entre los años 3.000 y 1.800 a.C. en el valle del río Supe, a unos 130 kilómetros al norte de Lima.
El adobe fue el material preferido de construcción para algunas civilizaciones que dominaron la costa del Antiguo Perú y que perfeccionaron esta tecnología, como los chimú y su capital Chan Chan, la mayor ciudad de barro de América, o los mochica, que aún siguen maravillando a quienes visitan la Huaca del Sol y de la Luna.
(Fuente: Fernando Gimeno Agencia EFE)