El papa Francisco en su magisterio sobre el amor conyugal nos continúa iluminando sobre la propiedad del amor conyugal de reflejar a Dios. Señala, Dios no es un ser solitario. Es una Familia divina, la Trinidad, que lleva en sí misma la paternidad, la filiación y la esencia de la familia, el amor. Por ello, la familia humana resulta ser un reflejo de la divina, su "semejanza" en este mundo: el esposo, la esposa y el amor entre ambos plasmados en los hijos.
Este es el designio divino del "principio". Escribe el papa Francisco: "El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente… La familia no es, pues, algo ajeno a la misma esencia divina" (AL,11). "La Sagrada Escritura y la Tradición nos revelan la Trinidad con características familiares. La familia es imagen de Dios, que es comunión de personas (AL,71).
En efecto, Dios, que es Amor (1Jn 4,8-16; Catecismo,254) y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor (FC,11), crea al hombre, varón y mujer, como un ser capaz de amar y ser amado. Más aún, lo ha creado por amor y lo llama al amor, no a la soledad (GS,12).
"La palabra de Dios confía a la familia en las manos del varón, de la mujer y de los hijos para que conformen una comunión de personas que sea imagen de la unión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo".
Señala Francisco: "Con esta mirada, hecha de fe y de amor, de gracia y de compromiso, de familia humana y de Trinidad divina, contemplamos la familia que la Palabra de Dios confía en las manos del varón, de la mujer y de los hijos para que conformen una comunión de personas que sea imagen de la unión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La actividad generativa y educativa es, a su vez, un reflejo de la obra creadora del Padre. La familia está llamada a compartir la oración cotidiana, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión eucarística para hacer crecer el amor y convertirse cada vez más en templo donde habita el Espíritu" (AL,29).
Por ello, el hombre descubre y siente en sí mismo esta vocación al matrimonio (Catecismo,1604). Dios quiso que el hombre no estuviera solo, y lo creó como "varón y mujer", para complementarse y amarse y transmitir la vida. Quiso que fueran "una sola carne", fecundos, y que llenaran la tierra. Y de esta manera, fueran imagen de Dios-Amor, de Dios-Familia y de Dios-Creador.
La imagen de la "costilla" indica el costado o corazón, un "corazón partido", como la de dos mitades que buscan una unidad original, que es física, afectiva y espiritual. Es todo el ser el que busca la complementariedad: "Hueso de mis huesos, carne de mi carne" (Gen 2,23). Imagen del nuevo Adán, Cristo, "dormido" en la Cruz, de cuya herida del costado surge la nueva Eva, la Iglesia, la "Madre" de los vivientes por la gracia, con su agua (Bautismo, Confesión) y con su sangre (Eucaristía).
Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar. Bioquímico legista. Profesor en Química.
