El argentino Gustavo Fernández se consagró campeón del Abierto de Australia en tenis adaptado por segunda vez, luego de vencer anoche al sueco Stefan Olsson por 7-5 y 6-3 al cabo de una hora y quince en la final.

 

El cordobés de Río Tercero, número dos del ranking mundial, festejó así su tercer título de Grand Slam en singles tras ganar en Melbourne en 2017 y ser campeón de Roland Garros un año antes.

 

En su flamante coronación, el argentino dejó en el camino al australiano Ben Weekes (invitado) en cuartos de final; al francés Stephane Houdet en semifinales y hoy al sueco, que llegaba de eliminar al máximo favorito, el japonés Shingo Kunieda.

 

 

 

"Necesitaba que se me dé"

 

En diálogo con ESPN, el tenista argentino se desahogó y valoró lo realizado tras los tropiezos pasados: "Estoy muy emocionado. Fue muy duro y trabajamos mucho con mi equipo para llegar acá. Perdí cuatro finales seguidas de Gran Slam (dos fueron, justamente, ante Olsson) y fue muy duro. A veces, los fantasmas aparecen y hay que trabajar para hacerlos desaparecer. Hay mucha gente detrás de esto. Necesitaba que se me dé", exclamó el ahora números dos del mundo.

 

"Tengo la suerte de tener un grupo muy profesional y comprometido con el trabajo. Dejamos el 100% de lo que tenemos para tratar de mejorar. Luego, yo tengo que hacer las cosas bien y no me sobra nada, aunque tengo capacidades y trataré de seguir exprimiéndolas. Vamos por buen camino", añadió luego Gusti, quien cuenta con una (ahora) anécdota más que particular: a principio de año, le extraviaron la silla de ruedas.

 

Cuando viajó a Australia para debutar en el torneo que terminó ganando, se encontró con la noticia de que no le habían despachado su medio de desplazamiento. Y claro: el cordobés puso el grito en el cielo vía redes sociales para que le solucionene el inconveniente. Afortunadamente, así fue. Y al fin de cuentas, la historia terminó con un final feliz.