Con el rostro empapado en lágrimas, Juan Ignacio tocó el cajón, alzó su brazo sano al cielo, cerró el puño y lo movió de arriba hacia abajo, dibujando una aceleración en el aire. De inmediato las motos comenzaron a rugir tan fuerte que taparon sus desgarradores gritos y el llanto de los otros familiares. Gabriela Natalia Acosta (46), fallecida el miércoles en un siniestro vial en la Circunvalación, fue enterrada ayer en una ceremonia teñida de dolor y de algo más que impotencia, porque nadie se lo esperaba y porque está en todos esa sensación amarga de que se podría haber evitado. En ese tono se expresó Juan Ignacio Moyano (33), entrevistado exclusivamente por este diario momentos antes del último adiós a su compañera de vida y de ruta. "Vivíamos de viaje, por todos lados… tan compañeros… todos nos veían felices, éramos una pareja sensacional", alcanzó a decir antes de quebrarse, mientras dos compañeros del grupo de moteros "Amigos de la ruta" lo ayudaban a mantenerse en pie.

Fue de terror. Realmente no sé qué quiso hacer el pibe del auto. Me pasó a muy alta velocidad
Testigo de la tragedia

Cuando pudo recuperarse, se secó las lágrimas y siguió. "El auto nos agarró de atrás y ella amortiguó todo el golpe… ¿ahora quién me la devuelve? Yo venía bien cuando siento una frenada y el golpe desde atrás", repitió y volvió a romper en llanto. El muchacho no encontraba consuelo, pese a que dejó en claro que no estuvo a su alcance ninguna maniobra para evitar el impacto. Los cañones de los investigadores apuntan a Arturo Gomez (20), conductor del Renault Logan. El joven declaró a los pesquisas que el auto se le paró por problemas eléctricos. Y que atinó a accionar el freno de mano porque el volante se le había trabado. Esa maniobra desesperada hizo que el Logan derrapara e impactara de costado a la pareja. "Escuché la frenada al lado, muy cerca. Nosotros veníamos bien. Pensaba que la rayada era del otro lado… fueron segundos. Fui a parar a varios metros, pegué contra el guardarraíl y quedé boca abajo. Me quería levantar, quería ayudarla (a su pareja), pero ya veía que no estaba bien, Dios, veía que no estaba bien pero igual quería ayudarla", explicó "Juany". Y sin dejar de sollozar exigió "que se haga justicia". "Puede haber sido que el auto tuvo un desperfecto, le puede pasar a cualquiera. Pero si ha venido fuerte, sin tomar conciencia… que se haga justicia, pero lo mismo no me la van a devolver", expresó elevando la mirada al cielo, mientras lo abrazaban sus amigos.

Este diario accedió a la declaración de una automovilista que iba justo detrás del Logan cuando se produjo el impacto. "Fue de terror. Realmente no sé qué quiso hacer el pibe del auto (…) Estuve todo el tiempo con Juan, me dijo que se llamaba así, yo lo hablaba porque medio que se quería desvanecer pero lo único que me pedía era por su esposa. No tuve el valor de decirle que ya nada se podía hacer por ella". En otro pasaje, la testigo dijo que "el pibe (Arturo Gomez) venía atrás mío, me hace cambio de luces, me hago a un costado y me pasa a muy alta velocidad (…) El auto le pega a la moto de atrás y hace un trompo. La chica sale despedida, vuela y rebota contra el pavimento, muy fuerte, voló muy alto. Al pibe del auto le dio como un ataque de nervios y gritaba "¡no tengo carnet, no tengo carnet!", era lo único que decía". Natalia llevaba casco pero todo indica que se le salió antes de caer. Juan Ignacio la sacó barata: ayer caminaba con dificultad y tenía el brazo derecho enyesado, pero dentro de todo estaba bien.

El fiscal Francisco Micheltorena, de la UFI Delitos Especiales, confirmó que el automovilista circulaba a una velocidad excesiva y que probablemente por eso derrapó entre 40 y 60 metros antes de impactar contra la Honda Twister 125 cc. Además, no tenía licencia, seguro ni RTO.

Natalia era docente: trabajaba en la Escuela Provincia de Catamarca (Rivadavia) y en la Agustín Gnecco (Chimbas). Tenía 4 hijos fruto de una relación anterior a Juan Ignacio. A él lo había conocido hacía 6 años, bailando bachata. Se enamoraron y "Juany" le contagió la pasión por las motos. El próximo fin de semana largo se iban a Valle Fértil. Tenían todo listo. Ganas de ir y de vivir, coincidieron sus amigos. La tragedia se les adelantó y para Juan Ignacio hoy todo es color negro.