Atentos. Con dos lanchas y una moto de agua, los guardavidas de Seguridad Náutica patrullan el lago del Dique de Ullum. Además, una moto de agua está destinada al embalse de Punta Negra. Aunque haya crecido la actividad, los socorristas aseguran que todavía es necesaria mucha tarea de prevención.

 

El último caso que tomó estado público fue el pasado fin de semana, en Punta Negra. El viento y las primeras gotas de la lluvia advirtieron a la patrulla de Seguridad Náutica a estar más atentos todavía a alguna señal. Y llegó una. Un silbato era el pedido de auxilio de una adolescente, que navegaba en kayak y había caído al agua por una ráfaga que tumbó la embarcación. La diferencia de temperatura provocó principio de hipotermia en la chica, que apeló al elemento de seguridad que atrajo a tiempo al guardavidas.

Aunque, claro, hay muchos más. Como la familia que fue a pasar la tarde a playa hermosa, en el Dique de Ullum, y decidieron llamar al 911 porque ya había pasado mucho tiempo desde que, otra joven también en kayak, había salido a dar una vuelta y no regresaba, con poco tiempo ya de luz solar. Advertidos de la situación, los guardavidas enfocaron en esa zona el patrullaje y aunque la incertidumbre duró un puñado de minutos (fue encontrada cerca de la playa del ex balneario “Costa Magna”), esos segundos se hicieron eternos por el advenimiento de la noche.

De todos modos, los rescatistas todavía tienen muy presente el caso del verano pasado, cuando vieron a lo lejos cómo subían a un chico a un bote de pescadores y lograron intervenir a tiempo para salvarle la vida. Es que fue sacado del agua ya ahogado y las técnicas de reanimación permitieron que esa historia también tuviera un final feliz.

Por supuesto que ellos prefieren que el trabajo sea cada vez “menos emocionante” y que la gente tenga en claro y respete las normas de seguridad. “La actividad náutica ha tenido un crecimiento muy importante en estos años. Ha sido una explosión el uso del kayak, por ejemplo. Todavía hay gente que, porque le da calor, entra al agua sin el chaleco salvavidas. O aquellos que no saben cómo es la técnica apropiada para subirse al kayak si se cayeron”, indicó Daniel Moliní, uno de los cinco jefes de guardia que hay para patrullar los dos embalses más cercanos a la ciudad de San Juan.

Dependiente de la Secretaría de Deportes, la Dirección de Seguridad Náutica también realiza esa tarea en el Dique Cuesta del Viento y este año regresó al de Valle Fértil. En el de Rodeo cada tanto se da un hecho que es anecdótico para los guardavidas, que es nada menos que la resistencia de los propios rescatados. Esto ocurre con algunos extranjeros, quienes están acostumbrados en sus países a tener que abonar un monto determinado por el auxilio recibido, aunque sea el de ser remolcados hasta la orilla. Entonces, se resisten a ser socorridos y la barrera del idioma impide más el entendimiento.

La gente sigue siendo en líneas generales “hija del rigor” para cumplir con las normas.

DANIEL MOLINÍ – guardavidas

Volviendo a Ullum, además de los kayakistas sin chaleco, quienes más trabajo suelen dar al personal de Seguridad Náutica son las embarcaciones con motor, especialmente las motos de agua, que no respetan la prohibición de acelerar a menos de 100 metros de la orilla.

 

LA ELITE DE GUARDAVIDAS

 

En San Juan, pertenecer a Seguridad Náutica es tocar el cielo de los guardavidas con las manos en términos generales. Así lo entiende Lucas Domínguez, uno de sus integrantes, quien aseveró que afuera de este área, el campo de acción de estos socorristas se limita trabajar en piletas públicas.

Es también un premio para los mejores egresados de cada promoción del curado de guardavidas, que dura 8 meses, ya que en los últimos años, los primeros tres a cinco promedios son los contratados para sumarse al plantel que ronda los 50 guardavidas. Prácticamente todos complementan esta tarea con otras actividades o estudios. Eso sí, no son solamente profesores de educación física quienes realizan esta actividad, aunque son clara mayoría. Por ejemplo Mario Muñoz Carratú es protesista dental. “Las dos actividades son muy diferentes y para mí se complementan. Con el otro trabajo estoy todo el día encerrado, entonces cuando vengo acá en realidad lo tomo como el descanso”, señaló.

Un día tranquilo para ellos significa que nadie puso en peligro su vida mientras navegaba. Una tendencia que va en aumento.

 

Un día de guardia

 

La distribución

En el Embarcadero del Dique de Ullum se encuentra la base principal. Cada jefe de guardia ingresa a las 7 y cubre un turno de 24 horas. Distribuye entre 12 y 14 guardavidas en ese lugar y Playa Hermosa, además Punta Negra y la pileta pública de Ullum.

 

El día más tenso

Los guardavidas coinciden que cada 1 de enero es el día más sobrecargado del año y luego le sigue el 25 de diciembre. De hecho, el último fallecido en Ullum fue el 1 de enero del año pasado, cuando se ahogó un joven que no sabía nadar.

 

Trabajar con frío

Relacionados con un trabajo al aire libre en el agua en días de calor, los guardavidas recuerdan que sus actividades continúan fuera de la temporada de verano. El frío en el invierno es también su compañía mientras patrullan en el agua.

 

Prevención

Al llegar al lugar, los navegantes reciben breves instrucciones del sector para embarcar. Los guardavidas apostados en el lugar controlan también el uso de los elementos de seguridad, como salvavidas.

 

Premio al esfuerzo

Ana Prieto es una de las seis mujeres que integran el plantel de guardavidas de Seguridad Náutica. Mientras hacía el curso tuvo que decidir dejar su trabajo. Y cuando se recibió, se sorprendió con la convocatoria a este grupo.

Convivencia

En el Embarcadero se encuentra la casa donde el jefe de guardia y un par de asistentes pasan la noche. Una gran sala, con cocina, dos habitaciones y un depósito de artículos son las dependencias.