La historia de los pueblos tiene la oportunidad de afirmarse en el futuro si sus componentes trascienden a lo común, a lo cotidiano. Cuando uno solo de sus miembros logra romper el molde, es muy probable que las generaciones posteriores valoren aún más el sentido de pertenencia al terruño.

 

Esto es parte de la historia de Villa Nueva, un pueblo calingastino que se encuentra a 40 kilómetros de la villa cabecera, hacia el norte siguiendo la ruta 412. Allí viven no más de 150 personas: se conocen todos, comparten las mismas alegrías y sufren la distancia que muchas veces los margina. Es una localidad indescriptible en términos de belleza paisajística; la atraviesa el río Castaño que le imprime una vista preciosa al cruzar el puente para ingresar a la villa.

 

Al salir al norte de Calingasta uno se encuentra con Villa Corral, Puchuzún y finalmente Villa Nueva. Es la última localidad calingastina para que luego la  ruta 412 siga su serpentino recorrido para arribar a Bella Vista, en Iglesia, no sin antes atravesar el durísimo paso del Puntudo.

 

Es un hermoso y agreste paraje. Allí conviven la escuela albergue Álvarez Condarco, fincas que producen madera de álamo y frutales, y el otro edificio público: el Centro de Salud de Villa Nueva. Ocupa un espacio donado por la familia Huerta. Forma parte de la estructura sanitaria del hospital Cantoni y está dentro de la Zona Sanitaria IV. Tiene un área de recepción, dos consultorios, baño, cocina y un depósito. Cuenta con farmacia, fichero de historias clínicas y un equipo de radio para realizar interconsultas con el hospital Cantoni. La mayoría de las consultas son por casos de hipertensión, diabetes, obesidad, y hay registradas cuatro embarazadas que están dentro de la iniciativa “Mis Primeros Mil Días en San Juan”. También se realizan vacunaciones según calendario y consultas pediátricas. Otras especialidades que se ofrecen periódicamente son nutrición, kinesiología, y medicina clínica.

 

 

La historia de este CAPS es singular. Permaneció cerrado por mucho tiempo, abriendo sus puertas cada vez que se organizaba un operativo o aquellas dos veces que un grupo de médicos solidarios arribaron desde el hospital Churruca de Capital Federal a traer donaciones, atender pacientes o simplemente a tomar unos mates y escuchar a los vecinos.

 

Y en ese trascender al futuro, un día un joven decidió emigrar a la ciudad para poder estudiar algo que lo apasionara pero que en el corto plazo pudiera servir de ayuda a sus familiares y amigos. Es el caso de Franco Vedia, quien se recibió de enfermero universitario gracias al esfuerzo que realizaron sus padres para que pudiera mantenerse y terminar sus estudios. Al finalizar la carrera tuvo la posibilidad de quedarse por acá, cerca de la Circunvalación, pero volvió a su departamento y logró que Salud Pública le otorgara un nombramiento para poder cumplir con sus sueños.

 

 

Hoy Franco se sigue capacitando en el hospital de Calingasta, y acompaña todos los miércoles al equipo sanitario a brindar atención en el CAPS de Villa Nueva. Está aprendiendo, y mucho, gracias al aporte que le brinda todo el equipo que conduce la directora del hospital, la Dra. María Cristina Méndez.

 

Gracias a los sueños de Franco, al esfuerzo económico de sus padres, y al espíritu de la gestión del ministerio, se logró el nombramiento del primer enfermero asignado exclusivamente al centro de salud de Villa Nueva.

 

 

La apertura constante del centro también permitirá que se cumplan calendarios de vacunación a los chicos que asisten a la escuela albergue Álvarez Condarco y de esta manera mantener al día las cartillas sanitarias de los chicos.

 

Franco tiene previsto realizar la licenciatura en enfermería el próximo año. Y cuando termine su formación en el ámbito del hospital Cantoni, se trasladará definitivamente a su casa, cercano a sus afectos y por sobretodo, al servicio de sus vecinos como responsable del CAPS. Y ahí, la historia comenzará a escribirse de otra manera.

 

Fuente: SI San Juan