La expectativa era alta. Con el tándem conformado por Jesús-Nina, Telefe se quedaba con el prime time; y sin Tinelli en pantalla, el Trece sentía la presión. Finalmente, echó mano al Cantando, que el lunes hizo su debut en un año complicado, ya que si bien la pandemia fortaleció a la televisión como medio de entretenimiento, la imposibilidad de grabar ficciones y las restricciones a los programas en vivo se hicieron notar. El certamen de la factoría Tinelli, LaFlia, no fue ajeno a la situación y transitó su estreno entre la frialdad de las nuevas formas y algunas fórmulas de dudosa eficacia. Pum para arriba estuvo Laurita Fernández en la ¿co-conducción? (lugar que le marcó sin vueltas la siempre filosa Moria Casán, sin dudas la más conocedora del juego, y que de entrada puso sus cartas en la mesa), y aunque a muchos les pareció algo forzada, es cierto que la ex campeona del Bailando puso el ánimo festivo que le faltó a su coequiper Ángel de Brito, el actual rey del chimento, a quien no se lo vio como pez en el agua en este formato. Hubo baches, marcadas diferencias de energía y se notó que el nuevo mecanismo todavía tiene que aceitarse, pero no sólo en los participantes, también en la conducción y el jurado. "Es todo muy raro", repitieron más de una vez y más de uno, un poco blanqueando esta sensación que traspasó la pantalla y que de algún modo se vio reflejada en el rating: y es que en su debut, el Cantando no pudo con Jesús, que hizo 13.2 puntos promedio y no bajó de los 12 puntos; mientras que el reality musical promedió los 10.1 y fue desde los 11 del inicio hasta los 9 de piso, con los que sin embargo pudo, en el último tramo, torcerle la muñeca a Nina.