Como una gran feria. En las veredas de acceso al Centro Cívico hay muchos vendedores que ofrecen todo tipo de productos. En el invierno, proliferan los que ofrecen café.

 

 

Como si fuera una feria al aire libre, las veredas de acceso al Centro Cívico se volvieron el epicentro de vendedores ambulantes que ofrecen productos para todos los gustos. Con la llegada de las bajas temperaturas, la oferta creció y según la gente que vende en el lugar lo que más sale es el café y los churros. Sin embargo, hay algunos vendedores que ofrecen hasta pulseras y recipientes plásticos. Los vendedores que están en esa zona comentaron que se las rebuscan para poder tener dinero todos los días y que por eso cada vez hay más gente vendiendo.

Con mesas y bancos por todos los rincones improvisan los puestos de venta callejera. Manteles de todos los colores y recipientes plásticos transpirados y llenos de semitas calientes llaman la atención. Mientras que el olor a café y a sopaipillas recién hechas hace que todo lo que se vende en el lugar se vea tentador. Según los mismos vendedores, sobre todo los que llevan muchos años, cada vez hay más gente que llega en las mañanas a ofrecer sus productos.

 

"Hay chicos de escuelas secundarias o clubes que también vienen a vender a esta zona para juntar dinero para algún viaje", dijo Silvana que vende café en la puerta de Cívico hace al menos 2 años. Los vendedores ambulantes más nuevos dijeron que muchos se sumaron a esta modalidad de venta porque se quedaron sin empleo o porque con las changas que hacían no les alcanza para vivir. Rubén tiene 59 años y trabajaba como pintor, pero desde hace unos meses dice que no consigue mucho empleo. Conoció gente que vendía en el Centro Cívico y le dijeron que se "movía", entonces empezó con la venta de churros y sopaipillas, que hace junto a su esposa. Junto a él Lorena vende bizcochuelo, pastafrolas y rosquitos caseros que cocina todos los días. 

 

Si bien saben que su trabajo no es del todo correcto, pues no tienen autorizaciones, dicen que están tranquilos porque no le quitan empleo a nadie. Ellos aluden que las personas que les compran café o semitas no son las mismas que se sientan a tomar un café en algún local de los que hay en los alrededores del Cívico. "La mayoría de la gente que nos compra a nosotros es gente más humilde, que no puede pagar tanto por un café y lo nuestro es más económico", dijo uno de los vendedores.

 

 

Un duro trabajo
 

Beto, como todos los conocen en el Centro Cívico, vende café y semitas caseras. El hombre comentó que su trabajo es difícil, sobre todo ahora con el frío ya que él junto a su esposa llega al lugar antes de las 6 de la mañana.

 

"Nos la rebuscamos para poder tener dinero todos los días. Empezamos a las 4, en casa preparando el café y la leche para traer todo recién hecho", agregó el hombre.

 

 

Cambio de rumbo
 

Marcelo Quiroga vende desde hace un año miel y otros productos en la calle. El hombre, que es de Rawson, comentó que antes visitaba barrios o caminaba por el centro ofreciendo sus productos, pero un conocido le comentó que en el Centro Cívico se vendía muy bien. "Ahí dejé de dar vueltas y me instalé acá. Hay días que se vende mucho y otros en los que no pasa nada. Esto es día a día", dijo el hombre.

 

 

Ofrece comidas
 

Ricardo Escobar tiene 55 años y trabajaba haciendo changas en Buenos Aires. Volvió a San Juan porque el dinero no le alcanzaba y descubrió que el Centro Cívico es un buen lugar para la venta. Trabajó mucho tiempo en una rotisería y ahí aprendió a hacer algunas comidas. Ahora vende tartas dulces y saladas y sánguches de miga que él mismo hace en su casa todas las tardes. Trabaja ahí desde hace dos o tres meses dijo. El hombre comentó que recorrió el Centro Cívico antes de instalarse para ver qué vendían las demás personas. Comenzó vendiendo sánguches y ahora ofrece hasta tartas de verduras. "Todo lo hago en mi casa. Es comida fresca y por eso a la gente le gusta", dijo y comentó que ya tiene clientes fijos.