Joaquín “El Chapo” Guzmán fue condenado en Estados Unidos y pasará el resto de su vida preso.
 

Toneladas de cocaína y otras drogas enviadas a Estados Unidos y otros países. Crímenes macabros y huidas espectaculares de prisión. Espionaje a sus rivales, novias y amantes. La leyenda de Joaquín Guzmán Lorea, “El Chapo”, ha dado tela para películas y series de televisión. Mucho de la historia real del capo del narcotráfico que ha atrapado la atención de gran parte del mundo ha quedado en evidencia en estos casi tres meses de juicio que acaban de culminar en Nueva York.

 

En algunos pueblos de Sinaloa decían hasta hace poco que “El Chapo” fue el benefactor que había enviado en octubre pasado parrillas eléctricas, frazadas y colchones con la sigla JGL tras el paso arrasador del huracán “Willa”.

 

En su tierra muchos hablan con respeto del “señor” cuando se refieren a este hombre que vendía naranjas y refrescos en su niñez y que ahora, a los 61 años, preso en una cárcel de máxima seguridad, fue condenado culpable de 10 delitos de narcotráfico, posesión de armas y lavado de dinero. Por el juicio, que comenzó en noviembre, desfilaron decenas de testigos que contaron detalles macabros de cómo Guzmán asesinó o mandó a matar a sus enemigos.

 

El Chapo en el banquillo de los acusados durante el juicio en su contra.
 

 

Aunque en su estado de Sinaloa cultivó una imagen de Robin Hood, haciendo muchas obras sociales para la población local, El Chapo -apodado así por su escaso 1 metro 60 de estatura- era despiadado con rivales y traidores.

 

Guzmán se describió como un simple agricultor cuando fue detenido en 1993 por primera vez en México. Apenas comenzaban a llamarlo el “rey de la cocaína”.

 

Eso fue mucho antes de fugarse dos veces de cárceles de máxima seguridad y de construir, como afirma Estados Unidos, un imperio de tráfico de cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas que lo llevaría a enemistarse con rivales como el Cartel de Juárez y los Beltrán Leyva.

 

“El Chapo” Guzman, detenido en 2014.
 

Fue también mucho antes de su extradición a Estados Unidos, el 19 de enero de 2017 a pedido de la Justicia estadounidense, ya convertido en el narcotraficante más poderoso del planeta.

 

Ahora Guzmán está en el ocaso. Preso en una cárcel de Manhattan en casi total aislamiento, no puede ver a su joven esposa Emma Coronel ni a ningún familiar salvo a sus hijas mellizas de siete años, y solo a través de un vidrio. Con el cabello cortado al ras, sin bigote y vestido con un traje de presidiario azul, El Chapo ha perdido mucho de su aura de implacable jefe narco. Bajó de peso y asegura tener problemas de salud.

 

Nacido en el poblado de La Tuna de Badiraguato, en la sierra de Sinaloa, el 4 de abril de 1957, El Chapo vivió una infancia de pobreza. Pero a los 15 años empezó a sembrar marihuana y entró en el negocio del tráfico de drogas en los años 80 de la mano del capo Miguel Ángel Félix Gallardo.

 

El capo narco mexicano está en una prisión de Nueva York desde el 19 de enero de 2017.
 

“Donde crecí no había otro camino y todavía no lo hay para sobrevivir, no hay forma de trabajar en nuestra economía para poder tener una vida”, contó en una inédita entrevista que dio al actor Sean Penn para la revista “Rolling Stone” en 2016. Y también habló de su vida adulta. “Yo suministro más heroína, metanfetaminas, cocaína y marihuana que cualquiera en el mundo”, se jactó entre tragos de tequila, según el relato de Penn.

 

Tras la captura en 1989 de Félix Gallardo, “El Chapo” fundó el cartel de Sinaloa con Héctor Jesús Palma Salazar, “El Güero Palma”, de acuerdo con las autoridades mexicanas. Con el correr del tiempo, se tornaría en el narcotraficante más buscado del planeta, acusado de enviar drogas desde América latina a Estados Unidos, Europa y Asia.

 

Se burló una y otra vez de las autoridades en un interminable juego del gato y el ratón, traficando drogas por aire, tierra y mar, incluso a través de decenas de túneles en la frontera con Estados Unidos. Su leyenda no hizo más crecer y se convirtió en parte del folclore mexicano, sus hazañas reflejadas incluso en varios “narco-corridos”.

 

Se salvó por un pelo de morir en un atentado en el aeropuerto de Guadalajara en mayo de 1993, donde murió el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, al parecer confundido con el jefe narco porque viajaba en un coche de la misma marca. Las cosas se le complicaron desde entonces y fue detenido por primera vez en junio de ese año en Guatemala, y trasladado a una prisión mexicana. Pero consiguió fugarse ocho años después, en 2001, escondido en un carrito de ropa sucia.

 

Estuvo prófugo 13 años, en los que fue despiadado con sus rivales, según relataron los testigos del juicio en Nueva York, entre ellos muchos narcotraficantes también presos.

 

El Chapo exhibiendo su poderío, cuando gozaba de libertad

 

Volvió a ser arrestado en febrero de 2014, cuando estaba con su esposa Emma y sus mellizas en Mazatlán, en Sinaloa. Y consiguió escaparse 14 meses después, por un túnel de 1,5 km cavado bajo el desagüe de la ducha de su celda, por el cual huyó en una motocicleta adaptada para circular sobre rieles. La huida dejó perplejos a los guardias de la prisión y alimentaron el mito del capo.

 

Las autoridades dicen que su debilidad por la actriz mexicana Kate del Castillo, con quien intercambió sugestivos mensajes y quien arregló la cita entre El Chapo y Penn, llevó a su localización y detención final en enero de 2016, hasta su extradición un año después a Estados Unidos.

 

Guzmán se casó al menos tres veces, y tiene varios hijos, incluidos dos varones a los que Estados Unidos acusa de tener roles significativos en el cartel de Sinaloa. Otro hijo, Edgar, fue asesinado de un disparo en 2008.