Un chisme dice más de quien lo difunde y de quien escucha, que de la propia persona que está siendo blanco de esto.

 

Una de las prácticas que se dan todos los días, resultan más comunes y poco productivas en un trabajo es: el chisme. Hay momentos en los que parece que la gente no tuviera nada mejor que hacer que perseguir a los demás para ver qué descubre o supone que hay en esa persona e inmediatamente correr el chisme sobre el otro. El mecanismo del chisme suele funcionar siempre igual: un trabajador con mucho tiempo libre se dedica a difundir un rumor sobre alguien entre otros compañeros de trabajo a quienes considera indicados para comunicarlo y para que sigan difundiéndolo entre los demás colegas. Estas personas que se dedican al chisme en el trabajo hablan de los jefes, de la institución donde se presta el servicio, de sus compañeros de trabajo, y por lo general toman una verdad parcial y la convierten en toda una verdad especulativa. Dedicar tiempo al chisme en el trabajo es dejar de producir, es no cumplir con lo que se debe en la jornada laboral, y eso significa perder tiempo, ese periodo que se gasta en el chisme debería usarse para otras cosas productivas, ya sea para la institución o empresa donde se trabaja. Muchas personas que son jefes, gerentes, encargados o capataces prefieren no actuar cuando saben que existe gente chismosa en el trabajo o peor aún, participan en él, escuchando al chismoso, haciéndose eco de ello, afectando la moral de los empleados y provocando una cultura tóxica. Uno de los peligros del relacionamiento son los rumores y chismes que se pueden generar entre los trabajadores, que resultan dañinos no solo para la persona que es blanco de ellos, sino también para la dinámica del equipo. Algunas personas, por llevar o inventar un chisme trabajan con privilegios que se les otorga de parte de todos aquellos que lo escuchan. Así, muchas veces, asumen cargos, tienen reconocimientos, y lo que es peor, siguen generando embustes con tal de mantener el lugar que se han ganado con calumnias, patrañas, engaños. Por fortuna, siempre hay una persona inteligente que decide no creer o no dar importancia al chisme y termina con la cadena. Pero en el camino, el rumor genera mucho daño en el trabajador. Es objeto de calumnia, perjudicando su imagen y perfil. Además, esta acción también resulta dañina para el ambiente laboral. Genera malos entendidos, celos y prejuicios. Al momento de enfrentarse como trabajadores a un rumor, la clave está en cortar con la ignorancia del chismoso. Esta es la única herramienta de la cual los jefes pueden servirse para cortar la cadena de chismes y colaborar con el buen ambiente laboral. Incluso ayudar a un trabajador que puede estar siendo víctima de personas malintencionadas. Un chisme dice más de quien lo difunde y de quien escucha, que de la propia persona que está siendo blanco de esto.

A titulo final: Hablemos sólo lo bueno de los demás, de lo que nos ayuda a crecer, a aceptarnos y valorarnos porque de las cosas que el prójimo debe cambiar no podemos sacar provecho (se trata de un trabajo libre y personal), más bien admiremos sus virtudes que, con sólo mirarlas, convidan a imitar.

Rosa Alicia Barahona
Profesora de Educación Especial