De chico caminaba todos los días desde su casa en Santa Lucía hasta la Escuela Industrial para cursar las materias de la Tecnicatura en Química, algo que realmente le apasionaba. “Siempre me fue bien en los estudios, terminé todo en tiempo, pero de ahí a ser un ‘bocho’, eso lo dicen los demás”, comentó humildemente entre risas Andrés Alonso. Hoy este hombre de 36 años está detrás de un avance cinetífico para ‘acorralar’ al coronavirus.
Con el paso del tiempo, Andrés se dio cuenta que la química, la física y la investigación eran lo suyo. Los pasos dados hasta la Escuela Industrial se convirtieron en un salto hacia la Universidad de San Luis, donde obtuvo el título de Licenciado en Biología Molecular.
El científico sanjuanino que creció jugando al fútbol con sus amigos en el Palomar, terminó su formación en el Instituto de Tecnología de Chascomús, donde actualmente reside con su mujer y sus dos pequeñas hijas.
“Ahora por la cuarentena obviamente no he ido, pero siempre vamos a San Juan con mi familia. Mi mujer y mis hijas aman el clima porque acá siempre es muy húmedo y frío”, comentó Andrés. Y agregó: “Soy un fanático de San Juan, siempre vamos a ver a mis padres y mi abuela. Cada vez que voy me traigo semitas para comer en el laboratorio y vino sanjuanino para que nunca falte en casa”.
El nombre del joven sanjuanino fue publicado recientemente en una revista científica de renombre internacional. La nueva edición de “Frontiers in Cell ad Developmental Biology” publicó el hallazgo en el que participó el científico nacido en San Juan. Vale destacar que el estudio científico publicado es uno de los primeros trabajos argentinos sobre patologías asociadas al coronavirus en ser reportado internacionalmente.
“Sabía que iba a salir pero nunca me imaginé que tuviera tanta repercusión. Obviamente entiendo que es importante, pero nunca me imaginé que me llegaran tantas felicitaciones por WhatsApp. Mi abuela fue de las primeras que llamó y le compartió el enlace a todos su contactos, como buena abuela”, comentó Andrés entre risas.
El gran descubrimiento contra el Covid-19
El estudio científico que tuvo al investigador sanjuanino como protagonista da cuenta de un nuevo mecanismo de interacción entre el virus y su huésped. El aporte fundamental que acaba de hacer consiste en la descripción de un nuevo mecanismo de interacción entre SARS–Cov-2, el virus responsable de la infección, y su huésped, es decir, las células que ataca.
Algo que se conoce que desde hace tiempo es que, para multiplicarse, los virus utilizan la maquinaria de la célula que invaden. Dentro de esos recursos que aprovechan hay unos llamados ARN de transferencia o tRNAs (por sus siglas en inglés), unas pequeñas moléculas que sirven para fabricar las proteínas necesarias tanto para el invasor como para el huésped.
“Ese uso que hace el virus provoca una deficiencia de ciertas proteínas en la célula, y lo que nosotros hicimos fue buscar específicamente cuáles son los más utilizados por el coronavirus y de qué manera repercuten los déficits que traen aparejados”, explica Luis Diambra, investigador del CONICET y uno de los autores del estudio junto con Andrés Alonso, becario del organismo, ambos con lugar de trabajo en el Laboratorio de Biología de Sistemas del Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG).
A través del análisis del genoma del coronavirus, los científicos observaron que este utiliza principalmente algunos tRNAs que se corresponden con ciertos aminoácidos específicos. Luego buscaron en las células –trabajaron con tejido pulmonar– aquellos genes que también emplean esos mismos tRNAs. Así, encontraron cuatro grupos de genes que se ven especialmente afectados por la interacción virus-huésped, de los cuales tres resultaron muy interesantes porque se vinculan con características concretas observadas en pacientes de la enfermedad.
“El primer grupo reúne a ciertos genes vinculados al sistema inmunitario. Concretamente, vemos que el virus les roba dos proteínas llamadas HSP90 y beta2-microglobulina, provocando que las células se queden con cantidades menores de ambas, y por ende vean su función afectada. Esta acción le permitiría al coronavirus evadir las defensas naturales del cuerpo”, describen los investigadores.
Según indicó Andrés Alonso, su grupo de trabajo continúan profundizando esta línea de investigación con la hipótesis de que un mayor conocimiento sobre los mecanismos de interacción entre el virus y su huésped podría eventualmente servir no solo para inhibir su replicación, sino también para el tratamiento de los síntomas y secuelas asociados.