La pandemia del nuevo coronavirus ha matado a un récord de 345 personas en Estados Unidos en las últimas 24 horas, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins, que eleva a 1.438 el número de muertes en el país por esta enfermedad.
Estados Unidos, que concentra actualmente la mayor cantidad de enfermos de COVID-19 del mundo (94.238), también registró casi 18.000 nuevos casos en un día.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) teme que Estados Unidos, donde viven casi 330 millones de personas, pueda convertirse en el próximo epicentro de la pandemia.
La mayoría de las muertes se registran actualmente en el estado de Nueva York, que se ha convertido en el centro de la epidemia estadounidense, con 366 muertos hasta ahora sólo en la ciudad de Nueva York.
Su gobernador, Andrew Cuomo, predice un pico de infectados en aproximadamente 21 días, alrededor del 17 de abril.
La Cámara de Representantes aprueba un histórico paquete de ayudas
La Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos ha aprobado este viernes el mayor paquete de estímulos de emergencia de la historia del país, valorado en dos billones de dólares, para sustentar la economía norteamericana frente al impacto de la epidemia de coronavirus que ha provocado ya más de 86.000 contagios y más de 1.300 muertos en el territorio.
Este conjunto de ayudas pretende abarcar todos los eslabones de la cadena económica nacional, desde empresas a trabajadores, que recibirán un cheque directo por el salario perdido durante la cuarentena y una ampliación de los beneficios por desempleo. Las compañías norteamericanas recibirán, en principio, una asistencia especial valorada en unos 500.000 millones de dólares.
“Ninguna partida económica es perfecta”, ha declarado la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, “pero ésta, por lo menos, parece suficiente”.
La aprobación de la medida en la cámara, dominada por la oposición demócrata, despeja el camino para que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estampe su firma final en el texto.
El voto ha salido adelante a pesar de la oposición de un congresista republicano, Thomas Massie, quien intentó forzar una votación presencial -lo que habría ralentizado significativamente las negociaciones- al entender que demócratas y republicanos se estaban saltando las restricciones impuestas para un voto de semejante envergadura.
En su cuenta de Twitter, Massie acusó tanto a Pelosi como al líder republicano en minoría de la cámara, Kevin McCarthuy, de “paralizar un voto presencial”. “De lo único que quieren aislarse es de su responsabilidad”, lamentó el congresista por Kentucky.