Entre los destacados sanjuaninos de la década de 1880, que han quedado inmortalizados en la historia provincial y en los nombres de las calles de nuestra ciudad, es digno destacar al Coronel Agustín Gómez, importante soldado y político de renombre nacional, miembro de Los Regeneradores y de firme actuación en cargos de autoridad, donde su temple y carácter dejaron su impronta. 

Agustín Rómulo Gómez nació en San Juan el 27 de agosto de 1844. Hijo de Don Zacarías Gómez y Doña Socorro Mazo. Recibió educación en la escuela de Pedro Alvarez, un colegio de prestigio en la provincia y al llegar a la juventud se dedicó al comercio. 

Producida la invasión de Paraguay a Corrientes, se alistó como voluntario en las fuerzas enviadas desde San Juan. Campaña que le valió el grado de Capitán por su valor en combate. 

En la sangrienta batalla de Tuyutí, fue herido en la pierna, lesión que años más tarde lo obligara a cojear y usar bastón. 

En Valle Fértil, donde se interesó por la educación de los lugareños, gestionando ante el gobierno una escuela en primeras letras, que fue creada en el año 1868. 

 

  • Compromiso con la educación

De regreso a San Juan y al servicio del ejército, fue apostado en Valle Fértil, donde se interesó por la educación de los lugareños, gestionando ante el gobierno una escuela en primeras letras, que fue creada en el año 1868. 

Luchó contra los avances de los indios en el sur de Mendoza y contra las tropas del Caudillo Juan Saa. A finales de 1868 ya como Teniente Coronel, solicitó la baja para dedicarse de lleno a la política, actividad que lo apasionaba. 

Por esos años gobernaba la provincia, José María del Carril (pariente de Salvador María del Carril), quien lo nombró a cargo de la subdelegación de Jáchal (una especie de intendente). Allí construyó puentes, amplió calles, realizó el aseo de la ciudad, entre otras obras. Poco tiempo ejerció el cargo ya que fue designado como Inspector General de Policía. 

En 1871 se casó con una bella dama de sociedad de apellido Dojorti, quien fuera la compañera de su vida con la que tuvo cuatro niñas y un varón. 

 

  • Turbulencia política

En 1873, tras la muerte del gobernador Videla, Gómez renunció a su cargo por estar en contra del designado gobernador Benjamín Bates, a quién meses después derrocó en un movimiento revolucionario. El entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento pese al respeto que le tenía, mandó a intervenir la provincia y arrestar a Gómez, pues no permitiría que se violara la Constitución de ninguna forma. 

Cumplida la condena en San Rafael (Mendoza), Gómez regresa a San Juan para incorporarse al "Club del Pueblo”, que años más tarde formaría la fracción de Los Regeneradores. Apoyando a Rosauro Doncel para gobernador. Ese año Gómez es elegido diputado nacional, periodo de cuatro años que no completó por ganar la elección a Gobernador de la Provincia. 

Realizó una aceptable gestión y durante su gobierno se realizó la modificación de la Constitución Provincial, introduciéndose el sistema bicamarista y se crea la vicegobernación. Renunció en 1880 para volver al Senado donde se distanció de Roca, a quién había apoyado originalmente, haciéndose de un poderoso enemigo. 

 

  • Trágico hecho de sangre 

El 6 de febrero de 1884, se produjo un hecho de sangre de particular importancia en la historia provincial. Encontrándose en la casa de Vicente Mallea (vecino capitalino de buena reputación), el gobernador Anacleto Gil; Carlos Doncel, electo para gobernador el periodo siguiente y Agustín Gómez, electo diputado nacional, alrededor de las 20 horas, un grupo de desconocidos armados, atacaron a balazos a los presentes. Allí fue herido gravemente el Gobernador Gil y asesinado el ex coronel Agustín Gómez. Hecho en el que se descubrió, estaba involucrado el vice gobernador Manuel María Moreno, los hermanos Garramuño (dueños del diario La Unión) y los hermanos del asesinado Santos Guayama. Así terminó sus días un importante militar de carrera y destacado político sanjuanino quien es imposible describir la magnitud de su actuación en una biografía tan corta. 

 

Por Antonio Díaz Ariza 
Docente – Escritor