Por Raúl Bustamante Flores
Presidente de ICACHI (Instituto Cultural Argentino-Chileno)
El Cristo Redentor en el límite internacional entre Argentina y Chile fue inaugurado el 13 de marzo de 1904. Es decir que ayer se cumplieron 115 años. Este monumento sirvió para conmemorar la superación pacífica de un conflicto por cuestiones de límites que había llevado a ambos países a estar al borde de la guerra. Un fragmento del discurso del obispo de Ancud, Ramón Ángel Jara, dado durante ese día, resume la intención y el simbolismo del monumento: "Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”. Estas palabras tan impactantes llevan a que amos pueblos estén hermanados por siempre en procura de cuidar la paz, la convivencia y la cooperación mutua.
Hablando de este monumento, existe una réplica en el Palacio de la Paz, en La Haya, Holanda, donde sesiona la Corte Internacional de Justicia. En cuanto a la obra en la Cordillera de Los Andes, la misma fue declarada Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación por el gobierno argentino en el año 2003.
La tarea de llevar a cabo esta obra del Cristo Redentor fue hecha por el prestigioso escultor argentino, Mateo Alonso y encargada por Fray Marcolino del Carmelo Benavente, obispo de Cuyo, que residía en San Juan. En su carta pastoral cita: "significa también una súplica perenne al Dios de la Paz, pidiendo la unión y concordia entre todas las naciones del continente, máxime en aquellas cuyas vinculaciones de origen y de fe, ligan más íntimamente nuestro afecto, y entre estas, aquellas con quienes unida la Argentina, mezcló la sangre de los memorables días de la independencia nacional, unión que dio por resultado la libertad de medio continente. Esta unión que debe estrecharse más y más por la comunidad de sangre, de idioma, de religión y de intereses”. La promotora de esta idea, Ángela César de Costa, una prestigiosa dama de la sociedad porteña, que había hecho de la paz universal la inspiración de sus días, fue quien tuvo la idea de convertir la estatua de Benavente y Alonso en un monumento a la paz entre Argentina y Chile.
Al referirse al acto, el Presidente Argentino Julio A. Roca, le dedica estas líneas: "Ningún acto de mi vida militar o política me ha causado más grande y más pura satisfacción que el de haber firmado los pactos de paz definitiva con Chile. Aplaudo por lo tanto, con toda mi alma, las demostraciones tendientes a festejar y perpetuar tan fausto acontecimiento y ninguna manera más elevada y grandiosa que la de colocar aquella paz de incalculables bienes para los dos pueblos, bajo los auspicios del Redentor del Mundo, colocada en la cima más allá de los Andes. ¡Honor a la iniciadora de la idea!.

"Que estatuas similares sean levantadas en los límites de otras naciones cristianas, para que ninguna guerra sea declarada donde estas existan”. Esta es una solicitud de Ángela César de Costa al presidente del Consejo de Paz de Nueva York.
