A las 10.00 en punto se inició la actividad de ayer en el hipódromo de Rivadavia con una carrera de 1.200 metros para caballos e 4 años y mas edad perdedores. Allí la victoria fue para RED SOCKS, entrenado por Juan Garro, sobre LINDO GLOBAL que es cuidado por Juan Luna.
La segunda prueba, 1.200 metros, reservada para yeguas perdedoras, la ganó la mendocina GRACIAS A LA VIDA, escoltada por BONITA IAROLITA, Y EAST PRUSSIA.
En la primera cuadrera del día, en distancia de 250 metros ganó MILONGUERA (Rivadavia), escoltada por BARBARITA (Calingasta), y SANJUANINO (25 de Mayo).
En la misma distancia, el jachallero HECHICERO, dio cuenta del pocitano JUNIOR y del calingastino TERMITA.
El premio U.T.T.A., disputado sobre 1.400 metros para yeguas ganadoras de una o más carrera lo ganó ADYRA (Mendoza) sobre LA VIUDA NEGRA, del stud Los Hermanos; tercera culminó CATCH THE HUSSY.
El premio Municipalidad de Sarmiento (1.400 ganadores de 1 o más) fue para BELLO MATY, seguido de ORPEN STAR y ERENOTZU.
CAOS PLANAR ganó el clásico Municipalidad de Chimbas, seguido de OVERLORD y ALFAHID.
Y, previo al clásico "grande" el jachallero DON ALE se quedó con el clásico cuadrero, seguido de MARISCAL y RITMO EXÓTICO.
Una fiesta popular
El hipódromo estuvo llenó de color y calor
Uno daba una vuelta por el interior del hipódromo y escuchaba los comentarios de los aficionados que asistían concentrados al paseo que los peones daban a los participantes del clásico en el vareo por la redonda. "Ese jockey de mangas amarillas es un capo", decía uno refiriendose al puntano Isidro Ojeda, que condujo a NEW SCHOOL. "Por pinta el 7 y el 5 son los mejores" le decía un padre a su hija refiriendose a CITY THE GLORY y DARGREEN". Y así entre gente que se preocupaba por apostar algunos pesos en los remates, que funcionaron a pleno, y los que decidieron jugarse unos boletitos en las ventanillas; iba corriendo el reloj y se acercaba a las 17 horario en el que empezaba el superclásico Boca – River.
Justamente a esa hora, 15 minutos más tarde de lo previsto, se largó la carrera que convocó a un millar y medio de aficionados, bastante menos que en ediciones anteriores, donde pagaban entrada 3.000 espectadores.
Hubo de todo y para todos, las carreras cortas pasaron como un suspiro en el que en una veintena de segundos se deciden las alegrías o las frustraciones de quienes asisten con la idea de ganarse unos pesos para paliar el incomodo presente, o, al menos, salir a comerse un lomo y compartir con amigos o familia.
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