Entre 2010 y 2011 al menos 44 millones de personas de todo el mundo fueron empujadas al hambre a causa de la especulación alimentaria.

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Hay un eje de reflexión legítimo que podríamos trazar sin temor a incurrir en un razonamiento arbitrario ni inválido, que va desde el concepto del derecho humano a la alimentación a la acelerada suba de los precios de los alimentos en el mundo, impulsados preferentemente por el factor financiero, y no por razones ajustadas a la realización por medio del consumo habitual de estos productos básicos. Asombraría actualizar conocimiento y saber que, en materia de mercados de valores existen mercados específicos de cotización de derivados basados en los alimentos, que si bien hoy existen, es preciso comprender que, no siempre han existido. Y no sólo que no siempre han existido, sino, que su aparición en el tablero de los mercados de valores y los derivados, es relativamente reciente, no más allá de 1991, cuando se creó el Índice de Materias Primas de Goldman Sachs (GSCI) de 24 productos básicos (entre ellos casi todos los cereales y oleaginosas, incluyendo el petróleo). Los precios de los alimentos tienen componentes que son connaturales al mercado, esto es, el tema de la escasez, es decir, si un bien está disponible en menor proporción que la demanda, su precio, sin dudas subirá, máxime en un mercado de libre luego de la oferta y la demanda. Otro elemento ingénito a la suba del precio es si se trata de un precio del producto que tiene competencia, o, actúa en condiciones de mercado monopólico u oligopólico.

Hasta acá todas estas situaciones son, diremos, como clásicas, y están siempre presentes en la lucha tensional por mantener una estructura de precios signada por la pulsión a subir sus importes, y la necesidad de que no se desliguen de una relación de accesibilidad confrontado por poder adquisitivo correlativo respecto de las necesidades alimentarías de la población de un país. Pero lo que queremos subrayar es que hay un tipo de suba de precios singular que va más allá de estos factores descriptos, y consiste en que hay subas de precios de alimentos básicos que están ligados directamente a la especulación con la suba del valor en los mercados de futuros institucionalizados por bancos y consultoras, con escasa regulación estatal. Y estos mercados operan sobre una proyección de ganancia futura segura, basados en estudios de mercado y producción econométricos que son bastantes meticulosos y que por lo general, en una economía muy abierta a nivel mundial, terminan traicionando los precios de la cesta que engloban hacia arriba. Es el denominado juego "win win” o sea, "ganar y ganar”, porque están basados en estimaciones y control de condiciones objetivas de producción donde la suba será constantemente la tendencia garantizada.

El impacto de estos nuevos índices de mercado en la realidad, no es gratuito, ni obedece a una variante más del juego bursátil de derivados, porque desde 1991, está impulsando en modo cada vez más acelerado, los precios en una espiral ascendente, que sin duda, está trayendo graves problemas a los países para garantizar el derecho humano respecto a accesibilidad efectiva a tales alimentos. Por eso es necesario someter estos mercados de futuros de alimentos a la prueba de tensión del derecho humano a la alimentación, pues, no es admisible que la especulación esté por arriba del derecho humano.

 

 

Por el Dr. Mario Luna y Fabián Núñez 
Expresidente y exasesor del Concejo Deliberante de Jáchal, respectivamente.