El Ártico es uno de los ecosistemas más vulnerables del mundo. Sus condiciones extremas han hecho que las especies animales y vegetales desarrollen adaptaciones muy específicas al ambiente. Cualquier cambio, por tanto, resulta devastador. Máxime si se trata de 21.000 toneladas de diésel como las que se derramaron esta semana en la ciudad siberiana de Norilsk (Rusia).
El presidente Vladimir Putin declaró el estado de emergencia en esa región luego de que el viernes 29 de mayo la falla en una planta de energía generara una pérdida masiva que se coló a las aguas de los ríos Ambárnaya y Daldikán. Ahora esas corrientes han adquirido una extraña coloración y aún se desconoce la magnitud del daño ecológico.
Putin criticó a las autoridades locales por haber informado sobre el desperfecto dos días después de iniciado el problema. En las últimas horas, distintas organizaciones trabajan en la zona, pero se calcula que se tardará una década en retornar a cierta normalidad. Según Greenpeace, se trata de una catástrofe sin precedentes en el Ártico.