Fue un día distinto. Los jugadores no se calzaron los patines. Los periodistas no tuvieron que ir al estadio Longjing Gymnasium y los allegados hinchas se plegaron al día de visitas. Es que la traductora que tiene la delegación –Lili- siempre con su buena onda, organizó un tour que incluyó la visita a dos lugares históricos de la ciudad.
De los jugadores fueron Matías Platero, Nalo García y Matías Pascual, acompañados por los integrantes del cuerpo técnico Daniel Cocinero (DT alterno), Pichu Riveros (PF), Matías López Castro (médico), Iván Jaquiers (entrenador de arqueros) y Franco Chancay (kinesiólogo), los dirigentes Julián y Pindy Duhalde, la familia García (Juan José, su esposa Laura y su hijo menor Joaquín), los hinchas acompañantes Carlos Gómez (papá del arquero Pablo), Javier “Chato” Acevedo (papá del arquero Conti), Juan Carlos Márquez y Gabriel López, los papás y hermano de las chicas Fernández de Las Aguilas, Mario Agüero y su esposa y los periodistas Néstor Cano (La Voz), Enzo Muñoz y Emiliano Schlamelcher (Radio La Paz), además de los dos enviados especiales de DIARIO DE CUYO.
El resto del plantel, otros allegados y demás periodistas se quedaron descansando. Eso sí, en la previa (temprano por la mañana) los jugadores se fueron en malón a la tienda Decathlon, que es en la que se puede comprar barato algunos artículos deportivos.
Durante la visita guiada, en todo momento en el ómnibus, la traductora Lili fue explicando hechos históricos y características principales no sólo de Nanjing sino de China en general.
En la llegada a la primera parada –el mausoleo del Dr. Sun Yat-sen- la lluvia era una molestia general. El grupo dejó el ómnibus grande y comenzó el traslado interno del lugar en un mini bus que tenía en el frente una especie de locomotora mecánica. Después, subir las escaleras del imponente lugar (son 962 escalones) resultó agotador. Fue más de una hora el subir y bajar del lugar. Todos se quedaron maravillados. Y empapados aquellos que no retiraron el paraguas que es provisto por el hotel sin cargo.
De ahí, de vuelta al ómnibus grande y traslado al Templo de Confucio. Otro lugar admirable pero mucho más comercial y céntrico que el primero. Muchos aprovecharon para comprar cosas características del lugar. Fueron más de dos horas en el lugar.
Un viaje agotador pero enriquecedor a la vez. Llegada al hotel. Cena y a la camita, a la espera de lo que se viene mañana. Al fin y al cabo el inicio de las grandes emociones.
FOTOS Y VIDEOS: MARIANO ARIAS, Enviado especial de DIARIO DE CUYO a China
