En medio de la angustia por el grave estado de salud de su hija, Sergio Schiany se tomó unos minutos para hacerle llegar a este diario un mensaje. "Estoy muy aferrado a mi hija en este momento y no hay momento en que no quiera estar con ella o rezando con ella", escribió, amablemente, para explicar que por ahora no tiene tiempo para dar notas.
Sin embargo, el padre de Priscila Schiany Fragapane se encargó de aclarar algunas cosas. La más importante, que él no atropelló a la criatura. "No tuve tiempo de leer todo lo que se publicó en los diarios pero en lo poco que leí encontré muchas partes que no coinciden con la realidad. Yo no atropellé a mi hija", afirmó. Y luego dio su versión: "Ella se apoyó en el portón de atrás de la camioneta y cuando salí ella cayó de espalda al piso y se golpeó la cabecita".
El accidente ocurrió sobre las 14 del último domingo, en la Villa Alcira, en Albardón. En ese lugar, en el 299 de la calle San Lorenzo, tiene su casa Sergio Schiany, donde vive con su mujer Anabella Fragapane y sus dos hijos, uno de 9 y Priscila, de apenas 1 año y 6 meses.
La versión que habían dado los familiares indica que durante la semana había sido el cumpleaños de Anabella y el domingo se juntaban a festejar.
El accidente ocurrió cuando Sergio fue a la casa a dejar la torta. El hombre trabaja en una carnicería y había ido en una camioneta Fiat Qubo de la firma a hacer eso y luego se iba a dejar el vehículo a la casa de su patrón. "Le pasó la torta por la ventanilla a Anabella. Parece que la bebé salió detrás de ella y ninguno de los dos la vio", había relatado a este diario Silvia Díaz, abuela de la pequeña y suegra de Sergio.
Una vez que el hombre puso primera, a los metros lo detuvieron los gritos de su mujer. Priscila estaba tendida en la calle y perdía sangre por la cabeza. El día del hecho y en los posteriores, entre los vecinos circularon muchas versiones. Nadie se explicaba cómo la criatura había terminado tan grave.
Ahora el padre brindó su versión y en la Policía les cierra. Primero, porque el hombre no escuchó ningún impacto. Es más, manejó unos metros hasta que lo frenaron los gritos. Y segundo, porque las lesiones de la bebé coinciden con una caída de espaldas.
Lo concreto es que Sergio de inmediato se bajó y, en medio de la desesperación, cargó a Priscila en la misma Qubo y partió con una vecina al hospital departamental, desde donde la derivaron en ambulancia al Rawson. "Sergio está destruido, cuando venía corriendo con la niñita gritaba ‘estoy matando a mi hija, la estoy matando’, fue terrible", había dicho la suegra.
El parte médico cuando ingresó Priscila indicó que presentaba traumatismo encéfalo craneano grave, con herida cortante en el cuero cabelludo, y politraumatismo. A las horas fue operada de la cabeza y estabilizada.
Sin embargo, su estado ayer se agravó y los médicos temen que su cuadro sea irreversible.
"Seguimos peleándola. Ella está en manos de Dios y en las manos de los mejores médicos y enfermeros del país. Estamos eternamente agradecidos con la gente que nos sorprende cada día más con su aporte con sus oraciones y con su fe", escribió el padre sobre el final del mensaje.
Y cerró, esperanzado: "Priscila saldrá y eso será una bendición para todos".