La vida en la República se complicó drásticamente en los últimos días. El atentado contra Cristina Fernández pudo haber provocado un terremoto político de consecuencias incalculables. El país estuvo a tiro (nunca mejor dicho) de quedar sin conducción, sin Norte. Si esa bala salía, no sólo se perdía la vida de una persona, cosa lamentable en cualquiera de sus expresiones, también se ponía en riesgo la gobernabilidad de Alberto Fernández, perdido en la tiniebla de su propia inoperancia. Alberto no es capaz de conducir el país solo y eso también quedó claro a los segundos de que Fernando Andre Sabag Montiel, un desconocido hasta ese momento, empuñara el arma y gatillara contra la cabeza de la Vicepresidenta. Alberto confirmó con los minutos posteriores que no está hecho para gobernar. Tal vez para acompañar, pero no para conducir. Tampoco la oposición dio buenas señales. Una foto en el Congreso entre varios que se odian fue la mayor expresión de razonabilidad. Una imagen que se diluyó con el paso de las horas y terminó de fallecer con otro insoportable picoteo público en redes y en el Congreso, ayer mismo. No hay buen nivel político en la Argentina. No están llegando los mejores y eso se nota en estas crisis.
Pero, más allá de ese pésimo escenario que quedó exhibido con crudeza desde el jueves en la noche, hay consecuencias que más tarde o más temprano los dirigentes políticos tendrán que observar. No hay ninguna duda que el incidente terminó de parir una nueva candidatura de Cristina. No hay dudas tampoco de que ninguno de los dirigentes del Frente de Todos está en condiciones de pelearle esa posibilidad. Cristina ya había logrado demostrarle a la política de la Argentina que estaba dispuesta y con herramientas para pelear, cuando empezó a pedirle a la militancia que saliera a defenderla a la calle, luego del pedido de condena que le hicieron dos fiscales. Y el ataque en la puerta de su casa fue la firma que ella necesitaba para demostrarle a la interna del PJ y del Frente de Todos que nadie está en condiciones políticas de negarle nada.
Quizás ninguno de los dirigentes que la rodean o los que están algunos metros alejados de ella, aunque siempre del mismo lado, quieran hablar ahora del tema. Todos responden al decoro, necesario por estas horas, se entiende. Pero por lo bajo la mayoría saca cuentas y a ninguno le cierra que el frente que componen pueda prescindir de Cristina como candidata, no importa el lugar que ella pueda o quiera ocupar en la boleta.

Eso tendrá consecuencias en las provincias, por supuesto. Sin ir más lejos, es muy probable que esta semana en San Juan quede sellado Lemas en el nuevo Código Electoral. El sistema, no tan trágico como lo presenta la oposición ni tan inocente como asegura el oficialismo, posibilitará que haya varias candidaturas por frente electoral. Eso abrirá el juego a la interna del PJ en San Juan, por ejemplo. Es posible que Sergio Uñac termine compitiendo con José Luis Gioja (u otro nombre de esa familia) y con alguien más, que puede salir del Frente Renovador, de alguna otra línea del PJ, o del mismísimo kirchnerismo, nadie puede saberlo. A sabiendas de eso, es notorio el apego que está demostrando el giojismo con Cristina. Gioja quiere la bendición de ella. Y apostará a que ese acuerdo termine por entorpecer las posibilidades de su potencial rival, Uñac. Y el Gobernador, siempre lejos de las ideas radicalizadas del kirchnerismo, irá por el apoyo del PJ y los intendentes. Los jefes comunales y el PJ sanjuanino en general nunca quisieron a Cristina, ni siquiera cuando gobernaba Gioja. Sencillamente porque Gioja no la quiso nunca, tampoco.
La historia se pondrá interesante, entonces. Hay críticas cruzadas entre cualquiera de ese sector. Es un puzzle que será difícil de manejar y que arrojará toda la atención de los medios y, en definitiva, de la ciudadanía. En Casa de Gobierno dicen que no habrá más de tres o cuatro candidatos, pero todo dependerá de las circunstancias.
Por el lado de la oposición aún están tratando de evaluar daños de la piña que recibieron gracias al nuevo sistema electoral. La violencia con la que salieron a criticar Lemas es directamente proporcional a los problemas que tendrán para armar listas en los departamentos y contrarrestar la andanada de candidatos que el oficialismo pondrá en primera línea. Es un juego injusto, en eso tienen razón. Lemas no es el mejor sistema, porque más allá de que haya pasado muy pocas veces en la historia sanjuanina, abre la puerta a que pierda el que más votos saque, y eso no es racional y mucho menos para los tiempos en los que vivimos. Es mentira que sea inconstitucional, como argumentan en Juntos. Simplemente porque no hay un tribunal que lo haya determinado así. Y todo parece indicar que la Corte Suprema no se meterá en ese tema, porque ya le tocó tratar un expediente similar y lo descartó. No hay por qué pensar que ahora sí querrán hacerlo. La oposición tiene perdida la batalla judicial, y en la pelea política al menos vienen atrasados. Se sabe que Marcelo Orrego será candidato, pero no se conocen más nombres. Es peligroso empujar a Fabián Martín a una pelea con el diputado nacional, porque son votos del mismo sector. Y no se ve en el horizonte cercano algún nombre que pueda comerle votos al peronismo. Por ahora se observa que los muchachos de Orrego apuestan a erosionar la imagen del Gobierno, con la judicialización de todo. Pero habrá que ver si eso les alcanza en el tiempo y si realmente impacta lo que ellos calculan. Un dato: al menos en redes sociales, la visita de Horacio Rodríguez Larreta casi no impactó. Y mucho menos en contra de Lemas.
Son momentos difíciles, con pocas certezas por ahora: Cristina tiene la puerta abierta a una candidatura, Uñac diluyó el apoyo a sus rivales y tiene el camino más allanado, Gioja espera el OK de Cristina, y la oposición quiere lastimar con la Justicia, pero tarda en armarse para la política. Esto se pone interesante.
