Estoy convencido de que uno de los desafíos mayores que debe enfrentar nuestra sociedad es la constante degradación de la cultura del trabajo, que se observa desde hace varios años a esta parte. Pienso que un aporte más efectivo, en orden a dar un giro positivo, sería dar a conocer el esfuerzo de hombres y mujeres que sublimando la condición liberadora del trabajo, construyeron su futuro con su propio esfuerzo, desde abajo. Ya sea estudiando, trabajando dignamente, o convirtiéndose en factores de la producción, no sólo aportando al producto bruto de nuestra provincia, sino dando empleo. Uno de esos ejemplos son los hermanos Juan Walter y Juan Wenceslao Porres, dueños de la constructora Porres Hnos, que en su momento fue una de las más poderosas de nuestro medio. Hijos de un albañil, don Juan Raúl Porres, de origen italiano, aprendieron desde chicos el digno oficio de la albañilería. Hacia la década de 1940, ambos con poco más de 20 años de edad, ganaron experiencia en la construcción de casas particulares y, de a poco, adquirieron carretillas, hormigoneras, andamios, etc. como para independizárse y hacer su propia empresa. La que ocupó un lugar que se hizo tradicional en la calle Falucho, en Desamparados. Durante los años 50 y 60 consolidaron su posición, convocados por particulares a levantar casas de alta calidad constructiva. Poco tiempo después, se iniciaron en la obra pública. Cuando me conectaron para que fuese su contador, en el año 1977, ya estaban consolidados como una gran empresa y acababan de terminar lo que fue en ese momento el barrio más grande de San Juan, el Alférez Camus. Previamente, entre otros, habían entregado los barrios Puyuta, San Raúl e Ituzaingó. Los Porres eran los dueños, los empresarios, pero se ponían al lado de sus obreros y marcaban la línea a seguir, basado en el esfuerzo y el cuidado profesional de sus obras. No les conocí descanso. Sábados, domingos y feriados, no existían para ellos. Tal era su entrega, y siempre pensando en invertir sus ganancias en mejorar y aumentar su equipamiento, o comprar lotes para nuevos barrios. Tanto del Banco Hipotecario como del Instituto Provincial de la Vivienda. Fui testigo de la entrega de los barrios Illia, San Roberto, Güemes y Los Tamarindos, y de emprendimientos privados, con financiación propia, como los barrios Jardín Puerta del Sol y Barrio Porres. Ojalá que este breve recuerdo, sirva para alentar sobre todo a la juventud, a que se anime a forjar su propio destino, aun viniendo de una condición social menos favorecida.
Por Orlando Navarro
Periodista
