Para comprender la real trascendencia que tendrá la reunión del G20 a realizarse en nuestro país hay que considerar dos aspectos; el rol que este foro integrado por los veinte países más desarrollados cumple dentro del nuevo orden mundial y las oportunidades que se le presentarán a nuestro país, como organizador del encuentro, al tener la posibilidad de entablar relaciones comerciales con las grandes potencias en rubros como los agroalimentos, energía y en la exportaciones de servicios profesionales.
Dentro del contexto mundial, el G20 representa uno de los foros con más gravitación dentro de la economía mundial, ya que surgió en un momento histórico signado por la crisis del 2008 cuando Lehman Brother, en los Estados Unidos, declaró su bancarrota, disparando una crisis financiera internacional de grandes proporciones. Fue en ese momento cuando George W. Bush convocó por primera vez, en Washington, a las veinte principales economías del mundo para intentar revertir esa crisis. Las buenas perspectivas que se abrieron desde ese momento hicieron que estos encuentros se sucedieran interrumpidamente hasta la reunión que tendrá lugar ahora en la Argentina, que tiene la particularidad de ser el primer encuentro del foro que se realizará en Sudamérica.
Tras la superación de la crisis que marcó su origen, el G20 ahora afronta otros desafíos en un mundo cada vez más cambiante, donde el comercio ocupa un lugar más preponderante dentro de la política de los respectivos países. El aumento de la población mundial, con más de 7.500 millones de personas desafía la seguridad alimentaria y a pesar de que los conflictos bélicos no tienen las mismas características de las grandes guerras mundiales del siglo XX, se presentan como focos desestabilizantes que afectan a todo el planeta. Casos como el de Siria, Irak, Libia, Sudán del Sur o Yemen que en 2016 terminaron expulsando de sus hogares a 65 millones de personas, generó una migración mundial que de una otra forma ha afectado a numerosos países de occidente, especialmente de Europa. Este convulsionado panorama mundial lo completan otros conflictos regionales y las pruebas nucleares que mantienen en vilo, inclusive, a las grandes potencias, forman parte de una realidad que el G20 trata de interpretar e incidir aportando soluciones.
Dentro de la historia y evolución del G20 hay que distinguir tres etapas, cada una determinada por una crisis que fue alterando el viejo orden mundial, impuesto al finalizar la Segunda Guerra Mundial, que tenía a EEUU y a Rusia como ejes principales. La primera etapa (1997-2001) determinada por las corridas financieras en Asia y la incertidumbre que generó el atentado de las Torres Gemelas en EEUU. La segunda etapa (2002-2007) dada por el planteo de una reforma de fondo al antiguo esquema financiero resistida por el Grupo de los 7 que luego se llamó G8. La última etapa, aún en curso, se inició en 2008, con la crisis financiera que afectó a EEUU y también a Europa. Fue cuando el G20, integrado por Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea, EEUU, Francia, India, Indonesia, Inglaterra, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía, Argentina y la Unión Europea, logró consolidarse con la participación de grandes potencias y países emergentes, y dejando atrás otros bloques previos que se habían conformado como el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), estructura en la que lo más notable fue el crecimiento económico, político y militar de China.
Las últimas reuniones del G20 no vienen con grandes logros, por lo que se espera que en la cita argentina se pueda avanzar en los temas propuestos vinculados al futuro del trabajo, la infraestructura, el futuro alimentario y el crecimiento económico con generación de empleo.
