Las próximas elecciones generales que definirán al nuevo Gobierno nacional colocarán a los argentinos en una situación de mucha responsabilidad, no sólo porque deban elegir la propuesta política más inteligente -más allá de los partidismos, fanatismos o preferencias- sino porque no hay margen de error en las políticas económicas y sociales que quienes resulten elegidos deberán implementar, para que el país retome el rumbo de crecimiento y desarrollo que ha perdido desde hace unos años. Continuar con los métodos aplicados, por más que se los mejore, agudizarán la grave situación, lo mismo que seguir criticando a los otros candidatos sin animarse a esbozar un plan auténtico de medidas, que aunque nos duelan nos acerquen a la solución. Las palabras y metáforas futboleras, sin demostrar fuerza y voluntad para salvar al país, no bastan.
Hay algo que la ciudadanía debe entender y es que gane quien gane, deberán dejar de lado viejos esquemas opositores infundados y encolumnarse detrás de las decisiones de quienes sean elegidos por la mayoría, mejorando y acompañando para llegar a las soluciones lo mejor posible. No se trata de aceptar por aceptar, sino comprender que si no acompañamos a la nueva gestión los esfuerzos se dispersarán y los objetivos nunca aparecerán.
Más que nunca tenemos la necesidad de asumir una actitud patriótica. Gobernantes y dirigidos deben asumir sus roles de la manera más conveniente para la Nación. Las nuevas autoridades, ya sean nacionales o provinciales y de cualquiera de los poderes de Estado, deben saber que tienen que dar lo mejor de sí, para reencausar al país. Nuestros políticos deberían inmolarse por el bien de la patria, es decir dar la vida o sacrificarse por un ideal, por una causa o por el bien del pueblo.
Por su parte el pueblo debe estar dispuesto a realizar un sacrificio en procura de un reordenamiento y un aprovechamiento de los recursos con los que cuenta el país. Nadie debería escatimar en apoyar con su trabajo al nuevo gobierno, ya que es la única salida que tenemos en un país que está cerca de una crisis terminal.
El nuevo gobierno necesitará de consensos colectivos que le den respaldo político para impulsar reformas estructurales encaminadas a la estabilidad macroeconómica. De esto dependen las bases de un nuevo país que otorgue a los distintos sectores de la comunidad la debida previsibilidad para proyectar un crecimiento futuro en base al trabajo, producción e inversiones.
Tras las elecciones se sucederán momentos muy difíciles consistentes en sobreponerse a triunfos y derrotas, y casi inmediatamente a concretar una transición que además de clara y ordenada deberá contener un alto grado de colaboracionismo a fin de posibilitar un más rápido retome de actividades, haciendo que la etapa de adaptación del nuevo gobierno no se prolongue tanto en el tiempo.
Estamos convocados a un momento histórico de nuestro país en el que todos los argentinos tendremos la oportunidad de hacer un gran aporte al destino de la Nación.
