En silencio. La sonrisa nunca abandonó al sacerdote investigado. De todos modos, no dijo ni una palabra ante la prensa.

 

El sacerdote Walter Bustos supo ayer que le será difícil recuperar la libertad si no se modifica la grave calificación de los delitos que le achacan. El juez subrogante en el Segundo Juzgado de Instrucción, Ricardo Grossi Graffigna, le atribuyó formalmente los presuntos abusos sexuales contra tres hermanos que son de su círculo íntimo. Pero lo que más complica al religioso es la imputación de los ilícitos contra el menor de ellos, de 15 años: abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por el grave daño en la salud mental de la víctima y también por ser ministro de un culto religioso conocido. El mínimo de pena previsto para esa maniobra delictiva es de 8 años de cárcel (el máximo es 20) e impide cualquier posibilidad de libertad, pues en San Juan sólo son excarcelables los delitos que, como mínimo, tengan un castigo igual o menor a 3 años.

Si sólo se tuvieran en cuenta las maniobras atribuidas a los hermanos del menor, de 24 y 21 años, se abriría una puerta a una salida pues el abuso sexual simple agravado por su condición de religioso (eso le imputaron), tiene una escala de entre 3 y 10 años de cárcel, indicaron fuentes judiciales.

Ayer, el ex cura de Angaco con fuerte llegada en los jóvenes llegó sonriente a Tribunales, pero no pronunció ni una palabra ante la prensa. Y por consejo de su defensor, Juan Bautista Bueno, tampoco dio su versión ante el juez y el fiscal Daniel Galvani. Según el letrado, su cliente declarará más adelante cuando conozca toda la prueba en su contra.

Y por ahora el cuadro probatorio es grave, pues una psicóloga que atendió de manera particular al menor y otra más del Anivi coinciden en que el chico no mintió cuando reveló detalles de las maniobras a las que lo sometió el religioso entre los 9 y los 13 años. Pero fue el informe de la última profesional lo que llevó a las autoridades judiciales a considerar que existió un grave daño en la salud mental de la víctima. Y esa situación complica sobremanera al cura: quedó preso el 31 de agosto pasado y su futuro procesal es muy complicado.

Estado de inocencia

A pesar de las graves imputaciones en su contra, por ley, el sacerdote aún debe ser considerado inocente, pues su situación como sospechoso es provisoria y sólo podrá modificarla una sentencia condenatoria definitiva, es decir cuando se agoten todas las instancias de reclamo que tienen las partes: él como imputado y la Fiscalía.