A las 16.32 el 25 de mayo de 1982 fueron disparados los segundos dos misiles Exocet desde los aviones navales Super Étendard que dieron en el barco logístico Atlantic Conveyor, hecho que fue catalogado por voceros británicos como ‘el error más grande‘ en la Guerra de Malvinas, dado que murieron el capitán, Ian North, que se había salvado de otro ataque durante la II Guerra Mundial, otros 12 hombres y causó la pérdida de material valuado en 230 millones de libras esterlinas, según el cálculo del piloto Roberto Curilovic, uno de los dos que lanzaron los misiles.
‘Ellos consideran la pérdida unitaria más grave de las operaciones navales británicas’. ¿Por qué? Por todo lo que concentraron en un solo buque. Lo dicen los ingleses. Hubo una investigación a posteriori ordenada por el gobierno para deslindar responsabilidades. Dijeron ’¿cómo, si era tan importante, no lo proveyeron con los sistemas de defensa adecuados que existían en ese momento’’’, puntualizó Curilovic.
El segundo piloto, Julio Barraza, agregó: ‘Era una joya desde nuestro punto de vista, porque venía hasta las manos con material bélico‘. Perdieron 12 aeronaves, tres helicópteros Chinook, otros seis helicópteros y un Sea Lynx y dos aviones Harrier. Con el buque se hundió un lote completo de repuestos para aviones y helicópteros. Todo el equipamiento para una brigada de 4.500 hombres, las carpas, cocinas y material médico necesario para la brigada. Los Chinook iban a bajar en la cabecera de playa en San Carlos, por lo que la pérdida obligó a la infantería inglesa a caminar hasta Puerto Argentino.
Según Curilovic, una fuente militar alemana le confesó que en el Atlantic Conveyor también se hundieron dos aviones Harrier, que los ingleses nunca reconocieron. Había tanques inflables de combustible, seis camiones abastecedores, vehículos de combate, misiles estadounidenses Sidewinder y una pista de aterrizaje vertical que iba a ser montada en San Carlos.
‘Perdieron alrededor de 230 millones de libras esterlinas, según un recuento presupuestario que elaboré en base a datos públicos del material bélico. Esta cifra incluye el valor del buque y el material hundido‘, acotó Curilovic. Fue el daño de material más costoso para la Task Force, pero fue la operación de ataque más larga de toda la guerra, de acuerdo con lo que señaló Barraza, el segundo piloto de la escuadrilla naval.
‘Cuatro horas y diez minutos estuvimos en el aire -precisó Barraza-. Partimos a las 14 y regresamos a las 18.10, cuando ya era noche cerrada en Río Grande‘.
La operación comenzó en Río Grande, Tierra del Fuego, con rumbo al norte, en paralelo a la costa hasta llegar a Puerto Deseado. Allí desviaron hacia el este para tomar contacto con el Hércules KC-130 de reabastecimiento, donde cargaron combustible y viraron al sur para encontrar a la flota británica. Los radares de Fuerza Aérea radicados en Malvinas hicieron un ploteo de los movimiento de los aviones Harrier los días 21, 22 y 23 de mayo y dedujeron por la aparición y la desaparición en el radar que en la posición tal, a 100 millas al este de las islas, algo había. Un portaaviones o naves con planchas de aterrizaje.
Los dos Super Étendard se dirigieron a la zona y encontraron lo que había detectado el radar de Malvinas. Después de recargar combustible, los aviones navales viajaron hacia el sur en vuelo rasante, a veinte metros del mar para eludir la vigilancia de radar de las naves británicas. A unos 60 km subieron, abrieron el radar y ambos detectaron un gran perfil de buque. A la orden de ‘mate soft‘, dada por Curilovic, los dos dispararon los misiles. Cuando dispararon, la distancia con el blanco se había reducido a 30 km. Realizado el disparo, pegaron la vuelta en vuelo rasante que, por la curvatura de la tierra, los radares enemigos no pudieron enfocar.
Curilovic señaló que, no obstante la distancia y el cuidado de volar fuera del alcance de radar, los británicos lanzaron seis misiles Sea Dart desde el portaaviones Invincible, sin que ninguno impactara en los aviones argentinos.
‘Uno de los seis misiles bajó un helicóptero inglés, que navegaba al lado de la flota como protección antisubmarina, otro se estrelló en la lluvia de chaff (papeles metálicos para atraer los misiles) y los otros se perdieron‘, dijo. Diez minutos más tarde de la carga de combustible por los Super Étendard, una escuadrilla de A4B de la Fuerza Aérea atacó con éxito a la fragata Coventry, que estaba anclada en la entrada de la bahía San Carlos como buque piquete radar de la flota.
En contactos posteriores al conflicto, Curilovic y Barraza fueron consultados acerca de la coordinación entre el ataque al Atlantic Conveyor y la fragata Coventry. Un ataque había llegado por el norte y el otro por el este. Curilovic respondió que no había habido coordinación, ‘sino la mano de Dios, al estilo de la de Diego Maradona en el mundial del ’86, que hizo que coincidiéramos sin haber hablado del tema‘.
En Comodoro Rivadavia funcionaba el comando de Fuerza Aérea y el de la Fuerza Aeronaval de la Armada, no obstante, no había habido diálogo para emprender las operaciones que hundieron dos barcos con diferencia de minutos. Consultados si pensaron que le habían dado a un portaaviones, Barraza dijo que apuntaron al ‘eco más grande, no sabíamos si era el Hermes.
El Atlantic Conveyor era un eco más grande que el portaaviones de 212 metros de eslora y toda una pared de contenedores‘. ¿Y como se enteraron que era el Atlantic Conveyor? ‘A la noche, por la BBC‘, respondió Curilovic.
Super Étendard, un avión para la guerra
Barraza destacó que los aviones Super Étendard eran ‘tecnología de punta militar en 1982‘ y Curilovic añadió que eran ‘los mismos que tenía la marina francesa. Se hizo el pedido de aviones, la fábrica suspendió la entrega a los franceses, fabricó 14 para nosotros, pero por el embargo en Malvinas nos llegaron sólo 4 y 5 misiles Exocet‘. Y agregó que ‘el Super Étendard fue el único avión preparado para esta guerra. Los otros tenían que tirar bombas, acercarse al barco y enfrentar los misiles’.
Una carta y un emotivo encuentro
Un excombatiente logró encontrar a través de la red social Facebook a una mujer que hace 35 años le había mandado una carta en pleno conflicto bélico por la Guerra de las Islas Malvinas.
El pedido comenzó a viralizarse a través de la red social y, al poco tiempo, el excombatiente Sergio Scarano, quien reside en San Antonio de Areco, logró contactarse con María Cecilia Fernández, oriunda de Bahía Blanca y residente ahora en La Plata, quien a los 12 años había enviado una carta en pleno conflicto bélico.
A través de Facebook, Scarano tituló el pasado 27 de marzo: ‘Carta al soldado desconocido de la IM (Infantería de Marina)‘ donde puso: ‘Necesitaría que me ayuden. Quisiera encontrar a la persona que en el año 82 me escribió esta carta a Malvinas. Mi idea es poder agradecer personalmente a María Cecilia Fernández. Era de Bahía Blanca. En ese momento tenía 12 años‘.
‘A 35 años de la guerra me propuse agradecer a todas aquellas personas que enviaron cartas que tan bien nos hizo recibirla. Si alguien la conoce y quiere ayudarme se los agradeceré. Tal vez para ella también sea importante‘, expresó el hombre.
Fue así que el pedido logró expandirse por las redes sociales y en los últimos días Scarano pudo ponerse en contacto con la mujer. ‘La idea es buscar a las personas que mandaron cartas y que fue bueno recibir una alegría entre tanta muerte y tantas bombas. Tratar de buscar a la persona fue muy emocionante‘, expresó Scarano.
El hombre, quien estuvo en el Batallón Comando de Infantería de Marina y estuvo en el combate de Monte Longdon dijo ‘que realmente el amor que transmite una niña un niño para nosotros que nos hicimos hombres fue muy importante‘. ‘En ese momento recibir una carta era un mimo y entre tantas recibidas me tocó la de María Cecilia Fernández‘, señaló el excombatiente en declaraciones a LU2 Radio Bahía Blanca. Por su parte, la responsable de la carta, María Cecilia Fernández, expresó que está ‘sorprendida y emocionada‘.
Espiados por Dippba
La Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dippba), disuelto en 2000, espió durante años a los excombatientes tras finalizar la guerra. Recabó información, pero también documentó las actividades y el comportamiento de la población civil durante la guerra con el Reino Unido.
Fuente: Télam