El 27 de septiembre del 2012 el Gringo Maurín fue despedido como un caballero. Con su pañuelo al cuello y su mejor boina recibió el saludo de mucha gente amiga y el especial cariño de su familia. El cortejo ingresó lentamente por la entrada del Jockey Club que fue la institución a la que consagró gran parte de su vida. El personal con quien compartió su trabajo estaba formado a un costado del callejón, al llegar al hípico, jinetes y corceles le rindieron su homenaje, también estaban allí cuidadores y vecinos que lo despidieron con un aplauso.

 

Como alzando vuelo. Eduardo Maurín en uno de sus habituales saltos.

 

Llevó el nombre de su padre quien provenía de una familia tradicional de la provincia y dejara todos sus privilegios para dedicarse desinteresadamente con pasión a la crianza y adiestramiento de animales. Don Eduardo padre, era reconocido por sus habilidades únicas y excepcionales, con él y desde temprana edad emprendieron giras por el país y países limítrofes mostrando sus espectáculos ecuestres, donde sus caballos marchaban, bailaban la cueca, la zamba y el pericón. Realizaban proezas que requerían de gran valentía y habilidad, como el salto de vehículos y personas, pero la que mas disfrutaba el Gringo Chico, es la que realizaba a pelo, sin monturas, ni riendas, donde elevaba los brazos como buscando el cielo.

En todos estos espectáculos no podía faltar el puma Pascualito, un gran felino que Eduardo padre recibiera en edad adulta, domesticándolo e integrándolo a la familia, recibiendo su nombre en honor a Pascual Pérez, campeón mundial de boxeo, amigo personal con quien Don Eduardo comparaba sus rápidos reflejos. Sus caballos preferidos fueron: "Mi Bandera”, "Sombrerito” y el tordillo "Cruz de Plata”, este último ejemplar conjuntamente con un perro gran danés arlequín fueron regalados al presidente, el general Juan Domingo Perón quien quedara maravillado por la estampa del mismo, al verlo en una presentación. Cruz de Plata posteriormente acompañó a Perón en desfiles y fue fotografiado en él, siendo hoy apreciada, como la foto más hidalga del expresidente.

El Gringo recibió sus primeras lecciones de equitación a los 6 años de su padre, desde allí comenzó a avanzar deportivamente siendo el primer sanjuanino en participar en torneos internacionales. Junto a su padre quien fuera socio fundador del Jockey Club, creó la primera escuelita de hipismo y tiempo después cuando tenía 20 años con su hermano Juan Carlos y varios amigos crearon el Club Hípico del Jockey Club y como el diría… desde ahí no se separaron nunca más.. A Bety, con quien tuvo 4 hijos la conoció en un concurso hípico, ella era hija de un coronel de Caballería, será por eso, que ella siempre supo respetar su otro amor, su querido Jockey Club. Su trayectoria dentro de la institución comenzó con el hípico donde fue profesor de equitación, el turf con sus carreras, el country con sus amigos y finalmente la intendencia que lo acompañó hasta sus últimos días. Su trabajo no conoció feriados, vacaciones ni descansos. Su compromiso siempre fue más allá de lo común, como en aquella competencia de saltos contrarreloj en Mendoza, donde su caballo cayó sobre su pierna y lejos de abandonar pidió ayuda para subirse, terminando la carrera aplaudido por todos, para luego ser operado de triple fractura.

 

El tordillo "Cruz de Plata”, conjuntamente con un perro gran danés arlequín fueron regalados al presidente Juan D. Perón después de quedar maravillado por la estampa del mismo.

 

 

El Gringo fue despedido como un caballero, porque amó la equitación en todas sus manifestaciones y escenarios siendo centauro de mil hazañas. Pero también por su nobleza y amor a las cosas de su tierra, será que nació en un 9 de julio, honrando a las tradiciones, la amistad, la familia y la palabra dada.

Debo señalar que este escrito incluye fragmentos de carta de despedida de Cristina Manrique y otros aportes familiares.

 

 

Por Eduardo Maurín
Licenciado en Administración. Docente Universitario