Débora no paraba llorar. Con sus ojos enrojecidos y húmedos, repasaba la desoladora imagen de sus cosas reducidas a escombros y no se contenía. Camas, roperos, mesas, sillas, televisores, heladera, vasos, platos, cubiertos, la cocina, la campana con estractor de humo nueva que pensaban colocar. La ropa y el calzado de ella, su marido y sus hijos de 15 (no estaba en casa) y 4 años. Hasta sus documentos, tarjetas y unos $22.500 que habían ahorrado con su marido, el taxista Sergio Ávila (47). Todo destruido. Todo arrasado por las llamas ayer, sobre las 2, en su casa de Córdoba al 1.939 Este, en Santa Lucía. Fue en un abrir y cerrar de ojos. La mujer contó que habían pasado unos minutos de las 2 de la madrugada y que veía televisión con su hijo menor, cuando el nene le dijo que iba al baño, ubicado en el mismo dormitorio. Débora Carmona (35) recordó que estaba de espaldas al niño cuando escuchó el sonido del encendedor y que, cuando quiso reaccionar, el fuego ya se había extendido a un antiguo ropero y las llamas se hicieron incontrolables. Enseguida aparecieron vecinos y tiraron algo de agua pero nadie pudo hacer nada en esa construcción de dos ambientes: un dormitorio y otro más grande en el que funcionaba la cocina y el comedor.
"Hace poco que mi hijo había aprendido a usar el encendedor y yo creía que se los había escondido a todos, pero parece que él lo encontró o lo escondió… la verdad que esto es terrible, nos quedamos sin nada, con decirle que esta ropa y las zapatillas que tengo puestas me las prestó una vecina", dijo ayer Débora, quebrada.
"Menos mal que no les pasó nada, porque si demoraban en salir se les caía encima el techo (de cañas y palos) y no sé qué hubiera pasado", dijo el dueño de casa, Sergio Ávila, que a la hora del siniestro trabajaba en su taxi.