Una explosión que sacudió al mundo, pero que trajo destrucción y muerte a Beirut, Capital de El Líbano.

 

La fuerte explosión ocurrida el pasado día 4 en el puerto de Beirut causó daños en 120 centros escolares de la ciudad. Afectó total o parcialmente a cinco hospitales y destruyó buena parte de la ayuda humanitaria enviada para responder a la pandemia de Covid. Ese es el primer balance de distintas agencias de la ONU. El portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Christian Lindmeier, explicó en rueda de prensa desde Ginebra que el accidente interrumpió la total actividad de tres hospitales de Beirut y redujo parcialmente la de otros dos, disminuyendo la capacidad hospitalaria total de la ciudad en 500 camas. Además, la explosión destruyó 17 contenedores con ayuda médica para responder a la pandemia de Covid-19. Estos contenían trajes de protección y otros materiales básicos, dificultando las operaciones de una red sanitaria libanesa que se encuentra "superada” por el gran número de heridos tras el accidente. "En estas circunstancias la OMS solicita ayuda por valor de 15 millones de dólares con el fin de atender la emergencia y mantener la respuesta a la Covid-19 en el país”, afirma el portavoz. Lindmeier recordó que antes del siniestro la nación libanesa "ya afrontaba inestabilidad social, crisis económica, brotes de Covid-19 y la llegada de refugiados sirios”, por lo que necesita de la solidaridad regional para responder a las nuevas dificultades que enfrenta.

Víctimas infantiles

Por su parte, la portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) Marixie Mercado, indicó que la explosión causó daños a 120 colegios de Beirut y zonas aledañas, lo que afectaría a 55.000 niños, y que entre 80.000 y 100.000 menores perdieron sus casas por la explosión. Subrayó que muchas de las zonas más afectadas por el siniestro tenían focos de contagio de Covid-19, y que en los últimos días se han registrado cifras récord de infecciones de coronavirus en Líbano, superiores a los 250 casos diarios (en un país que hasta ahora contabiliza sólo unos 5.600, con 70 muertes). Añadió que el aire de Beirut, aún altamente contaminado por el polvo de la explosión y los materiales químicos que la causaron, "podría ser especialmente tóxico para los niños” y concluyó señalando que su agencia necesita unos 8,5 millones de dólares adicionales para los programas de emergencia en el país. 

El drama de los refugiados

Esta situación pos explosión llama a la reflexión a las naciones del mundo. Esto debido que además de la pandemia, existe un drama humanitario. El portavoz de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) Charlie Yaxley explicó que en las áreas más afectadas por la onda expansiva vivían numerosos refugiados, aunque aún no hay cifras exactas de cuántos de ellos se vieron afectados. Líbano es el segundo país del mundo, tras Turquía, que acoge un mayor número de refugiados sirios, con más de 900.000. Su colega en la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos Rupert Colville expresó en la rueda de prensa su esperanza en que el trágico suceso "marque un antes y un después para que los dirigentes del Líbano superen la parálisis política y respondan las protestas iniciadas por la población en octubre de 2019”.

"En la medida de que la ciudad y el país se reconstruyan, será más importante que nunca la necesidad de proteger los derechos de los más pobres y vulnerable a través de la reforma y la acción colectiva”, concluyó. 

Desastre en números

La explosión de cerca de 3.000 toneladas de nitrato de amonio almacenadas desde hacía años en el puerto generó una onda expansiva que afectó a edificios y viviendas en varios kilómetros a la redonda. Ello causó, además de al menos 149 muertos y 5.000 heridos según cifras provisionales, pérdidas materiales por valor de entre 3.000 y 5.000 millones de dólares. 

 

Por Antonio Broto
Agencia EFE