Sobreviviente. El catalán Isidre Correa, de 61 años, fue internado el 14 de abril en el Hospital del Mar de Barcelona, tras dar positivo por coronavirus. Luego de 50 días pudo disfrutar de ver el mítico mar Mediterráneo acompañado de personal sanitario.

Sólo Italia y España sumaron hasta finales de mayo más de 60 mil muertos por efectos del coronavirus, desde el comienzo de la pandemia. Un alto porcentaje eran mayores de 70 años que murieron aislados por la cuarentena, lejos de sus familias, en las residencias de ancianos. A su vez, los servicios fúnebres colapsaron y los ataúdes se acumularon en capillas e incluso se enterraban en fosas comunes, prohibiéndose el acceso de familiares. En marzo, con la aparición de numerosos casos de coronavirus en torno al Mediterráneo, la prensa llegó a preguntar por qué el virus se "ensañaba con Italia y España". Si bien los casos europeos iniciales se informaron en Francia y Alemania, la mayoría dirigió su mirada analítica hacia las peculiaridades culturales y sociales de italianos y españoles, las que pudieron influir en la rápida multiplicación de casos donde más ha impactado la plaga. Difícil es encontrar un periodo de la historia europea que no esté vinculado al ser y devenir de esa franja de agua que va desde el cabo de Gibraltar a la isla de Kitri, registrada en los mapas como mar Mediterráneo, y donde todos los hombres que han nacido a sus orillas y lo habitan muestran un rasgo común: el de la luz. Esta se transmite a miles de kilómetros, y quizá por eso, se habla de que nacer junto a este "Mar de Mares" es un privilegio y una condena al mismo tiempo. Como queda dicho, en este 2020, los pueblos que lo circundan de Este a Oeste y de Norte a Sur han sucumbido, como todo el mundo, pero los que más. Las alas del misterioso mal alimentaron infinitas voces de tristeza, y muchos lloran amargamente en distintos idiomas la crueldad de miles de vidas perdidas en la inmensidad de un enigma que, en silencio, llena de suspiros y preguntas a los que quedan vivos. El Mediterráneo miró azorado lo que estuvo pasando y todavía sucede a su alrededor, aunque ya en este mes de junio en mucho menor escala. Viene de ser testigo de innumerables debates sobre el pasado, presente y devenir del Viejo Continente, y la esencia de la libertad, la historia y la ciencia, porque allí nacieron las ideas y esperanzas de Occidente. Un mar interior que sólo comunica con el océano Atlántico mediante el estrecho de Gibraltar y que rodean tres continentes, Europa, África y Asia, y millones de personas habitan en sus orillas, lo que lo hacen uno de los cuerpos de agua más importantes y famosos del mundo desde época romana, cuando fue apodado Mare Nostrum, es decir, "nuestro mar". Tanto que cuando buscamos a Europa, magnánima y siempre referente, la encontramos también en una pulcra lista de nombres que nacieron bajo la mirada del Mediterráneo, como Homero, Fidias, Platón, Virgilio, Dante, Cervantes, Leonardo, Miguel Ángel, Bach, Agustín, Cicerón. Ahora, los moradores de las costas mediterráneas, como en todo el mundo, esperan como si fuera un milagro, la vuelta a la normalidad o lo que se ha dado en llamar "nueva normalidad", es decir la poscuarentena, el periodo de retorno paulatino y por etapas a las actividades sociales y económicas con distanciamiento social de la población. Y esa espera está marcada entre otras cosas por la vuelta del turismo más variado, pero sobre todo de cruceros con cortas distancias y costas a la vista. Mientras tanto, lejos de la lírica del remansado cauce de sus aguas, nadie sabe cuándo se irá definitivamente la peste que asedia a los hijos del Mar de mares y al resto de la humanidad. Sin embargo, desde allí mismo puede llegar a surgir el medicamento eficaz contra el coronavirus. Según "Gaceta Médica" y "Medscape", el equipo de respuesta Covid-19 de la agencia Europea del Medicamento (EMA) promueve el desarrollo de nuevos fármacos terapéuticos y vacunas con la esperanza de poner fin a la pandemia.

 

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista