El mate sin duda es un ícono argentino no sólo porque aquí se concentra la mayor producción de yerba a nivel mundial, si no porque es una bebida que hasta antes de la aparición del covid 19, fue siempre compartida por amigos, familiares y hasta desconocidos. Además fue el impulsor de la comunicación entre los guaraníes -descubridores natos de la infusión- y los conquistadores -sobre todo los jesuitas-, que querían acercarse a los habitantes nativos. Desde entonces forma parte de la vida cotidiana de la mayoría de los argentinos y es la más representativa del país -tanto que por ley fue consagrada infusión nacional-.

Si bien el recipiente usado originalmente es el porongo o mate de calabaza que demanda un "curado" de varios días (ver nota aparte), hay muchos que prefieren el de vidrio o cerámica que son especialmente higiénicos, no necesitan preparación previa y ambos materiales no son susceptibles a la contaminación bacteriana (como por ejemplo los de madera). 

En cuanto a la bombilla en la antigüedad se usaba la "cañita tacuapí", que fue mutando hacia otros materiales propios de cada época, incluso descartando algunos por ser nocivos para la salud. Por eso es que ahora los artesanos prefieren la alpaca u otro material que resista la desinfección y no sea contaminante para el cuerpo. Además les permite trabajar mejor el diseño y garantizar su durabilidad en el tiempo.

En ambos casos, es el toque artístico y personal el que le da un sentido de identidad y los convierte en artículos de colección para los más fanáticos.

Marcela Castro (Térrea), ceramista, los orfebres Marcos Sajoux, Maximiliano Quero (E&C) y Fernando Suárez (El Collado), cuentan sobre su vínculo con el mate.

 

  • Marcos Sajoux / Orfebre de cuna 

Las calabazas más paquetas

 

Marcos Sajoux redobló la apuesta que había iniciado su papá, un reconocido joyero de Buenos Aires que al mudarse a San Juan y al no tener aquí mayor clientela para sus obras, se dedicó a las artesanías. Lógicamente Marcos aprendió de él los secretos del oficio, pero quiso diferenciarse y encontrar su propio estilo. Entonces dejó de hacer trabajos en madera de parra y bronce -que su mamá vendió durante años en un puesto en la Dirección de Turismo- para incursionar en la orfebrería criolla. Pronto, pudo manejar como ninguno los metales no ferrosos como plata, alpaca, bronce y cobre fundamentalmente.

Así se hizo experto en cuchillería, rastras de gaucho, monturas y chipeados de metal para aperos, en toda la provincia pero también fuera de ella. Todos los adornos que generalmente lleva un caballo gaucho, eran los productos estrellas de este artesano que, por las necesidades y el pedido del público, siguió ampliando horizontes siempre ligado a las piezas tradicionales argentinas. Actualmente los mates, son uno de los objetos que más hace y que tienen como destino convertirse en un regalo.

Claro que sus mates no son cualquiera. Marcos se ocupa de sembrar, cosechar y hacer todo el proceso de secado de las calabazas (que para sorpresa de muchos, se dan muy bien en las tierras sanjuaninas pero en lugar de tener paredes gruesas como los del Norte argentino, los mates cuyano son de espesor más fino), lo que le insume varios meses. También él mismo se asegura la limpieza, un nuevo lavado, otros días de secado y hasta el tostado y pulido. Una vez que la materia prima está lista, le hace los detalles con metal, según los requerimientos del cliente. 

Para combinar con los mates, este artesano también hace bombillas. Además tiene seguidores de sus anillos y pulseras de plata, ha hecho sagrarios y cáliz para y también coronas para las reinas departamentales. Todos sus trabajos pueden verse en sus redes (en Instagram como @artesaníassajoux y en Facebook como Marcos Sajoux) y vale aclarar que muchos de ellos, han sido vendidos en varios negocios de decoración.

"Los trabajos ornamentales pueden ser en cobre solo cuando hace falta incluir algún color, pero en general los hago de plata o alpaca”, detalla Marcos, cuyos trabajos tienen un rango de precios que va entre los 4000 pesos (un juego de mate y bombilla con detalles de alpaca e incrustaciones de piedra) hasta los 40.000 pesos, uno con plata fundida por él mismo.

 

  • BIEN CURADO

Si bien hay tantas recetas como materos, la mayoría coincide que para curar un mate nuevo de madera (de palo santo, algarrobo, quebracho, roble, caldén), de calabaza o uno de cuerno, es necesario dejar en reposo ese utensilio, luego de haber sido lavado bien, cargado hasta arriba con yerba y agua hirviendo durante varios días. Hay que dejarlo en un lugar seco durante siete días como mínimo, en los que se deberá agregar el agua necesaria para que la yerba siempre permanezca húmeda. Luego de lavar, quedará listo para ser usado.

Algunos aconsejan que esa yerba no sea nueva, sino usada de otra cebada y que se cambie diariamente.

Particularmente, el mate de porongo hay que raspar bien con una cucharita para quitar cualquier leñosidad que haya quedado, antes de realizar el proceso.

Quien prefiera mates azucarados, puede curarlo embebiéndolo con unas cucharadas de azúcar común e inclusive con azúcar impalpable y hasta con azúcar quemada, previo a colocar la yerba y el agua. 

El mate se cura para preparar el recipiente para que sea apto para tomarlo. El curado hace que los poros se sellen y el sabor del recipiente no pase a la infusión.

 

  • Maximiliano Quero / 

 

Utensilios salvadores 

Maximiliano Quero jamás pensó que el destino lo llevaría hasta las bombillas como elemento de salvación. Él trabajaba en una fábrica cuando tuvo un accidente en moto que, entre otras secuelas físicas y laborales, le abrió un camino a la creatividad y las artesanías. 

De hecho hace 14 años que vive de hacer bombillas con sus propias manos. "Las bombillas me salvaron de no morir de hambre y de tener un oficio. Me encanta tomar mate y me encanta el trabajo de la orfebrería, aunque jamás imaginé vivir de esto. Luego del accidente, me operaron para salvar la pierna, la que podrían haberme amputado, pero en cambio me quedó rígida. Era difícil en esta situación conseguir trabajo, así es que me dije que si mi pierna no me servía, tenía que hacer algo con las manos. Así fue como empece a hacer bombillas que es lo que me sacó adelante”, cuenta este artesano que todo lo que produce lo hace bajo el sello de E&C, marca que remite al nombre de sus hijas Emma y Catalina.

El trabajo de Maximiliano se centra fundamentalmente en bombillas de alpaca y soldadura en plata. Estos utensilios pueden combinarse con piedras de diferentes puntos del país, especialmente de San Luis, Catamarca y Misiones. También utiliza bronce y cobre. Con todas estas materias primas además hace colgantes, pulseras y anillos y decora mates de madera o de calabaza que compra a terceros. Pero su fuerte son las bombillas. A las que dedica mucho tiempo y empeño en su taller, el que pudo equipar gracias a algunas ayudas de programas oficiales.Así puedo comprar maquinarias y herramientas esenciales.

"Puntualmente mi trabajo es transformar los metales en piezas bien sanjuaninas. Las bombillas se hacen desde cero: compro el caño de alpaca y hago las soldaduras en plata de los dijes o adornos en alpaca, cobre, bronce o piedra que cada uno quiera, luego se pule para darle el brillo. A los mates solo les hago los adornos. Me encantaría hacer el recipiente pero aún no puedo porque me falta la máquina y el torno para ello”, explica y agrega que sus diseños favoritos para decorar son los de la naturaleza como hojas y calas.

 Un secreto que comparte para saber si las bombillas son de calidad: es que la alpaca no es un metal que se tiña ni oscurezca con el uso ni los lavados. Por eso lo elige. Porque dura para siempre.

Las bombillas que hace Maxi las vende en ferias de diseño y ahora en la Feria de las Pulgas, que abrió el domingo pasado después de un año de estar cerrada. También por redes sociales (se lo encuentra por su nombre). 

  • Fernando Suárez/El Collado artesanías

 

 

Esculpidas a mano

Hace 11 años Fernando Suárez eligió La Majadita, Valle Fértil, para vivir y dedicarse de lleno a la producción artesanal de collares, pulseras, aros con piedras semi preciosas, y sobre todo bombillas de alpaca hechas integralmente por él con pequeñas esculturas en cobre y bronce. Esos detalles estuvieron en principio vinculados al Parque Ischigualasto y paisajes vallistas, aunque ahora sumó nuevas propuestas para ampliar la clientela.

La pandemia lo obligó a regresar a la ciudad porque sus principales compradores eran los turistas que llegaban hasta allí. En la actualidad va y viene, y las bombillas se han convertido en un eje principal de venta debido al diseño exclusivo de cada una de ellas, con diversas temáticas a gusto personal del cliente.

"En primer lugar lamino el caño de alpaca, calo las ranuras que van en la parte inferior para recién entonces comenzar con los detalles de diseño que llevan su tiempo. Tengo algunas hechas, pero en los últimos tiempos las hago de acuerdo con lo que el cliente pide. Las hago íntegramente a mano", cuenta el artesano.

Las ventajas de contar con una bombilla de alpaca, en este caso además de lo estético, es que no despide residuos de óxido ni de nada que perjudique la salud. "Ahora hago el diseño de acuerdo al gusto de quien la pide o con lo que cada persona prefiere, desde iniciales hasta logos de empresas porque también las compran como regalos. Para un emprendimiento de mates de cerámica hago una bombilla que lleva su marca", agrega.

Las primeras contenían pequeños dinosaurios tallados, figuras emblemáticas de Ischigualasto como El Hongo, El Submarino, además de la luna, cardones o la montaña; luego surgieron otras para llegar a más público.

Los detalles esculpidos demandan gran trabajo, según la complejidad del diseño, y las convierte en obras únicas en su tipo, ya que no hay una igual a otra.

"Si bien hago otras cosas, las bombillas tienen la impronta de ser bien argentinas, además tienen un uso cotidiano y eso me gusta mucho", agrega Fernando quien vende, sobre todo, a través de Facebook e Instagram (El collado artesanías), por teléfono ( 264 444 0283).

 

  • Marcela Castro/Térrea cerámica 

 

 

Diseño para disfrutar

Marcela dejó inconclusa la carrera de Artes Plásticas y quedaron materias pendientes. Una de ella fue cerámica, algo que ya la atraía tanto por su materia prima como por el valor cultural de los productos que se logran. Esa postergación tuvo fecha de caducidad hace cinco años cuando comenzó un taller y lentamente empezó a ver resultados. Es muy meticulosa y hasta que no tiene asegurado el resultado de cada pieza -más allá de lo estético-, prefiere no mostrarlo. Así pasó con los exclusivos mates de cerámica que vende, que de no haber sido porque le regaló uno a una amiga hubieran tardado más en salir a la vista de todos.

Al poco tiempo llegó la marca propia "Térrea", a los que se suman otros artículos de uso cotidiano para la cocina o simplemente para adornar porque tienen múltiples funciones.

"Siempre quise hacer un taller con Pepe Vilanova pero por cuestiones laborales nunca podía y cuando me decidí ya no dictaba clases, pero había dejado su legado a Claudia Sánchez, una discípula de él. Aprendí las técnicas y ahí volqué mis dibujos que son mi medio de expresión en el arte. Lo que más me inspira es la naturaleza, ese es mi motor", cuenta Marcela.

Primero fue sólo cumplir con la materia pendiente, ya que no tenía intenciones de comercializar nada de eso. Al menos así fue hasta que regaló el primer mate y no paro de recibir propuestas de compra. En la actualidad los vende a través de Instagram – Térrea cerámica-.

"Yo sólo quería regalar algo hecho por mi, pero de pronto me pedían para uso personal o para hacer un obsequio. No son muchos los modelos que hago pero cada uno es diferente al otro. Demandan su tiempo porque tienen mucho trabajo manual. Después de la colada, los trabajo antes de que sequen, luego viene el lijado, el pulido y la pintura en crudo. Recién ahí van al horno y una vez que salen se esmaltan a mano", relata.

En su taller todo lo que se elabora tiene múltiples usos: desde las bandejas,ensaladeras, cuencos, que sirven para cocinar, servir, comer, o simplemente como adorno.

Uno de los temores de algunas personas es que estos mates puedan quemar, pero nada más alejado de la realidad, sobre todo cuando sus paredes son gruesas. Esa característica de la marca Térrea garantiza el aislamiento tanto del frío como del calor.
 

 

Fotos: colaboración y agradecimiento a Irene Aliste; Marcela Castro, Marcos Sajoux, Maxi Quero y Fernando Suárez.