
El e-commerce en cuarentena parece ser la estrella absoluta, y rubros como supermercados y farmacias tuvieron un crecimiento significativo de facturación por venta online. Sin embargo, hay una pieza del proceso que aún le trae dolores de cabeza a empresas y consumidores: la entrega. Las demoras en el delivery y la cancelación de los pedidos pueden jugar en contra.
El e-commerce parecería ser el único oasis en medio de la pandemia. Según estimaciones la cantidad de personas que realiza sus compras online creció 30% con la crisis del coronavirus (Covid-19) y hay 3 de 10 compradores nuevos que volverían a repetir la experiencia. Sin embargo, no todo es color de rosas para los comercios: las entregas pueden significar un verdadero embudo para aquellas empresas que no tengan su sistema de envíos optimizado. A eso se le suma el desafío de una buena experiencia de usuario: cuando no se le deja claro al comprador los costos ocultos de un delivery, la web tarda demasiado en cargar o las opciones de envíos no son claras, el consumidor abandona el carrito. Así, se pone en juego la reputación de la marca, sobre todo en tiempos donde las reseñas en redes sociales juegan fuerte y pueden impulsar un nombre o desterrarlo completamente.
Según un informe del Baymard Institute, el 50% de los carritos que se abandonan se deben a esos costos ocultos que en muchos casos incluyen impuestos y no son explicados con claridad. "En el marco del covid-19 si bien las ventas aumentaron, falla la entrega, que no es inmediata", señala Federico Aon, director de Commerce & Industry en Snoop Consulting.
"Si lo pensamos bien, el confinamiento obligatorio ha dado una gran oportunidad para hacer crecer las ventas online, es como si nos hubieran encerrado en un shopping. Por eso, hay que aprovechar este momento, pero teniendo en cuenta que la compra no termina solamente en el carrito, sino cuando lo recibe el cliente. Y es aquí donde suele estar el principal problema. Cuando no se entrega y no se entrega rápido, la gente no quiere comprar; nadie quiere comprar algo por las dudas".
Cuando se habla de experiencia 360º y customer journey del cliente, se contempla que se atiendan todos los puntos de proceso, con una integración sin fisuras que aliente a terminar la compra y no abandonar el carrito, el fantasma de muchos retailers. El panorama se agudiza en su gravedad si la logística no cumple con las expectativas. El problema del ecommerce es la parte de la logística, envíos y entregas: alguien tiene que agarrar una caja y llevarla a algún lado. En el "quiero que me llegue" hay una suma de procesos, y no son sólo sistemas. El desafío sin dudas es la integración y la automatización.
No todos los ecommerce tienen desde el procesamiento de la orden hasta el despacho el circuito 100% automatizado, para lograrlo se necesita más integración: poder vender y que la orden aparezca en el depósito, lista para entregar, sin intermediarios. Lo que resulta más cercano al modelo de Amazon, la experiencia de e-commerce que es el sueño dorado de toda marca.
Por Bárbara Keilty
Ejecutiva de Cuentas
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