Es la historia viva. Lo que está ocurriendo ahora mismo, en vivo y directo, ya 11 de septiembre en este lado del planeta. Novak Djokovic, el número 1 mundial, superó al alemán Alexander Zverev por 4-6, 6-2, 6-4, 4-6 y 6-2 en 3h35m y alcanzó la final del US Open. Es el último paso que debe dar para, tal vez, consagrarse como el mejor tenista de todos los tiempos. Si gana este domingo, en Nueva York, tendrá 21 grandes, uno más que Roger Federer y que Rafael Nadal y, además, tocaría el cielo: lograría el Grand Slam.
El rival será el ruso Daniil Medvedev, número 2 del mundo, que se impuso al joven canadiense Félix Auger-Aliassime por 6-4, 7-5 y 6-2 horas en dos horas y tres minutos. A la caza de su primer torneo de Grand Slam ganado, Medvedev afrontará el domingo, a las 17 de la Argentina, su tercera final de un torneo mayor.
Djokovic trastabilló en el primer parcial, como en los encuentros anteriores, en los que se impuso en cuatro sets. Contra el alemán fue por un ajustado 6-4. En el último choque previo, frente a Matteo Berrettini, había perdido por 7-5 antes de ganar en cuatro parciales; en los octavos de final, ante el joven Jenson Brooksby, un elocuente 6-1, y en la tercera rueda, contra Kei Nishikori, el tramo inicial se le fue en un tie break (7-4). A todos terminó superándolos con elasticidad y mente fría.
Este viernes ocurrió lo mismo. El serbio fue de menor a mayor, con una actuación majestuosa, una más. Ni cuando estuvo comprometido se lo vio de rodillas. Nunca falla, ni cuando parece vencido, desorientado.
El camino de Djokovic para completar la primera conquista del Grand Slam masculino en 52 años tuvo como penúltimo obstáculo en el Abierto de Estados Unidos al tenista que lo había batido en los Juegos Olímpicos de Tokio. Zverev, número 4 del ranking de la ATP, frustró en julio el deseo de Novak de sumar el oro olímpico en una temporada histórica, al derrotarlo en las semifinales por 1-6, 6-3 y 6-1.
“Tengo que ser perfecto; si no, no ganare”, reconocía Zverev aludiendo al cruce con Djokovic, tras superar sin contratiempos los cuartos de final frente al sudafricano Lloyd Harris. ”La mayoría de las veces no se puede ser perfecto. Por eso la mayoría de las veces se pierde contra él”, advirtió entonces el campeón olímpico. Y así fue, porque el germano tuvo una estupenda tarea, más allá del último parcial (6-2).
En su primera final de nivel de Grand Slam, el año pasado en Flushing Meadows ante el austriaco Dominic Thiem, el alemán sufrió una cruel derrota tras contar con una ventaja de dos sets. ”Sé que va a ser una batalla”, había indicado Djokovic sobre esta semifinal de 2021. “Pero estoy preparado: éstos son los obstáculos que tengo que superar para llegar al destino deseado”, se esperanzó. Lo consiguió, con la mente fría, el corazón hirviente y un show de devoluciones propias de los más grandes.
TREMENDO PUNTO DE 53 GOLPES
A los 34 años, el serbio está a una victoria de convertirse en el primer tenista varón en acaparar todos los certámenes de Grand Slam en una misma temporada desde que lo hizo Rod Laver –presente esta vez en el estadio Arthur Ashe– en 1969. Una cuarta corona en Flushing Meadows implicaría para Djokovic su 21ª de Grand Slam, y lo haría superar en esa carrera a Roger Federer y Rafael Nadal, que suman 20 cada uno y estuvieron ausentes en este campeonato por lesiones. Casi todo está servido en bandeja para Nole, con instrumentos de lujo, dorados.
El miércoles pasado, tras eliminar en cuatro sets al italiano Berrettini, Djokovic reconoció que estaba saturado de hablar sobre la cuenta detrás de su deseada gesta. ”Soy consciente de la historia. Por supuesto que me da motivación”, afirmó, y sin embargo, pisó el freno. “Si empiezo a pensar demasiado en ello, me agobia mentalmente. Quiero volver a lo básico y a lo que de verdad me funciona mentalmente. Sé que mucha gente quiere oírme hablar de ello. Pero ya hablaremos de ello… Con suerte, el domingo”, pidió.
Djokovic tiene una asombrosa racha de 27 triunfos seguidos en partidos de Grand Slam. Zverev, de 24 años, se encontraba en un gran momento, al acumular victorias en sus 16 últimos choques. Pero encontró una muralla. El alemán no logró volver a una final de Grand Slam este año, pero la temporada ya es muy buena: tras colgarse el oro en Tokio, se impuso en el Masters 1000 de Cincinnati.
Antes de este compromiso, insistía Zverev públicamente, pero bien podía ser un encuentro frente al espejo: “Tenés que ganar vos el partido. Tenés que ser vos el que domine los puntos. Y tenés que hacerlo con muy pocos errores no forzados. Es el mejor jugador del mundo, es muy difícil de batir”, se decía.
Hoy, ahora mismo, parece un imposible. Nole es monumental.